Opinión

José Fernando Cabrera García

La nueva terminal del aeropuerto Reina Sofía

Aeropuerto Tenerife Sur

Aeropuerto Tenerife Sur / E. D.

El transporte aéreo en España se inició en el año 1919. Por aquel entonces hacía 50 años que ya llegaban turistas a Tenerife, eso sí, por barco. La actual terminal del aeropuerto Tenerife Sur fue inaugurada en 1978, después del desgraciado accidente de los jumbos de 1977. Su arquitectura responde al carácter militar de la dirección general de la época. En 1991 se crea AENA, sustituyendo al Organismo Autónomo de Aeropuertos Nacionales. En estos 45 años ha crecido considerablemente el tráfico aéreo, siendo el Reina Sofía uno de los aeropuertos más importantes y rentables de la red española.

En los últimos años se han construido nuevas terminales en toda España, incluso en León, con muy pocos vuelos, y en todas las Islas, menos en Tenerife Sur. De estas terminales, las más importantes han sido diseñadas por grandes arquitectos: Lamela y Rogers, Madrid; Bofill, Barcelona y Sevilla; Calatrava, Bilbao; Fairbank, Valencia; Bonet, Palma.

A nivel Internacional, y en todos los grandes destinos turísticos, ha ocurrido lo mismo. Son reconocidos todos los arquitectos: Zaha Hadid Architects (Patrik Schumacher), Beijing (China); Studio Fuksas, Guangdong (China); Fentress Architects, Denver (Estados Unidos); Safdie Architects, Boston (Estados Unidos); Norman Foster, Ciudad de México; Kasian Architecture (Don Kasian), Richmond (Canadá); Arquitectos Charles Murphy y Helmunt Jahn, Múnich (Alemania).

Y, mientras tanto, en el Reina Sofía se han ido haciendo solo pequeñas mejoras y ampliaciones, convirtiéndolo en un gran problema y un freno para el desarrollo económico, social y turístico de la Isla. Su incomodidad es una de las quejas de los turistas que nos visitan. Es que muchos días no hay ni donde sentarse. A esto se le suma los problemas de las largas esperas en el control de pasaportes y las colas, en ocasiones de más de una hora, para tomar un taxi.

Hará 10 años iniciamos un movimiento social en Tenerife con el fin de presionar para que AENA construyera una nueva terminal, que tal y como hemos comentado ha hecho en toda la Península y en todas las Islas. Incluso AENA se ha expandido estos años hasta a Brasil y otros países, financiando en parte estas multimillonarias inversiones con los beneficios del Reina Sofía.

AENA comenzó entonces a justificarse con comunicados no razonables, como que había invertido algunas cantidades, que había hecho algunas obras y mejoras... Pero la terminal seguía casi igual de incómoda y saturada. Se continuó con la presión mediática y política, y entonces el entonces director regional anunció la ampliación de la terminal en 5.000 metros cuadrados, uniendo la vieja con un edificio en desuso, construido hace años. Edificio que es una especie de nave industrial sin gracia ninguna. Es verdad que desahoga, pero crea otro gran problema que es su situación en una esquina, con lo que en las operaciones de embarque y desembarque hay que recorrer enormes distancias, sin cintas transportadoras de personas.

Es algo provisional y, como decimos aquí, para escapar. La aspiración de Tenerife es una gran terminal en el aeropuerto del Sur, como las que se han construido en las capitales españolas y como las que se están construyendo en los más importantes destinos turísticos del mundo. No sólo que sea cómoda y práctica, sino que sea imagen de una Isla maravillosa, representada por luz, vegetación y agua.

Al no conformarse la sociedad civil con la situación, y gracias al trabajo de los presidentes del Cabildo Carlos Alonso y Pedro Martín, y el diputado Héctor Gómez, se consigue que AENA comience a reconocer que es necesario construir una nueva terminal en el Reina Sofía. El entonces ministro de Fomento, José Luis Ávalos , en una visita a la Isla, prometió que se incluiría en el Plan de Inversiones Plurianual 2022-2026 (DORA). Cuando el Consejo de Ministros aprobó este plan, llegó el gran chasco. Aparecieron grandes inversiones en Madrid, Barcelona y Palma, pero no en Tenerife. Y eso que en Barcelona la rechazan. Se continuó con la batalla, y con motivo de la ampliación provisional de la terminal, el 25 de mayo del año pasado, la ministra de Transportes, Raquel Sánchez, y el presidente de AENA, Maurici Lucena, anuncian la celebración de un concurso de proyectos para una nueva terminal en el Reina Sofía. Señaló entonces el director regional que en el concurso primaría la calidad para que la nueva terminal no sólo fuera funcional, sino que además fuera a imagen de la Isla.

El verano pasado se convoca el concurso y, nueva sorpresa, se prima el importe de los honorarios de proyecto sobre la calidad. El precio puntúa 100 sobre 200, y la calidad 50. Contraviene lo establecido en la Ley de Contratación del Sector Público, que indica que la calidad debe puntuar un 51%, y las sentencias del Tribunal Administrativo de Contratos Públicos, en el mismo sentido. La situación es que de cinco propuestas presentadas, pasaron a la última fase dos de ellas, e irremisiblemente se adjudicó a la más barata.

Además de la Ley de Contratación, AENA se ha saltado el Estatuto de Autonomía, que indica que debe ser consultada la autonomía, y nosotros añadimos al Cabildo de Tenerife, representante de la Isla, a la hora de aprobar el pliego de condiciones y adjudicar el concurso. Y todo ello con bajas en los honorarios de un 40%, imaginamos lógicamente a costa de la calidad del diseño.

Seguro que si el proyecto ha pasado los filtros técnicos que establece AENA, permitirá construir una terminal práctica, segura y cómoda, que tal como estamos es un gran avance. Pero nos tememos que no estará a la altura de la imagen de la Isla, ni será previsiblemente del nivel de las que se han construido en la Península, ni de las que se han construido en los principales destinos turísticos Internacionales competidores. Ahora el reto que queda es, además de analizar y mejorar si es posible el proyecto, que AENA lo presente en Tenerife antes de la licitación de las obras. También, intentar que se incluya en el actual DORA 2022-2026, y más ahora que en Cataluña hay una gran oposición a la obra prevista de 1.700 millones de euros de ampliación del Prat.

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