Opinión

¿Se impone una peligrosa lógica de guerra en Europa?

Pedro Sánchez y Volodimir Zelenski.

Pedro Sánchez y Volodimir Zelenski. / EFE

Escuchando a altos mandos militares y a ciertos dirigentes del este de Europa, uno no puede evitar la impresión de que poco a poco se está imponiendo una peligrosa lógica de guerra en nuestro viejo continente.

Una lógica de guerra con Rusia, a la que políticos y medios occidentales continúan responsabilizando en exclusiva de la guerra de Ucrania, como si no hubiera pasado nada antes en el Donbás rusófono o EEUU no hubiese roto sus promesas de no ampliación de la OTAN.

Así, el teniente general alemán Alexander Sollfrank, que está al frente del Mando Conjunto de Apoyo de la Alianza, ha propuesto lo que llama «un espacio militar Schengen».

Sollfrank se queja de las dificultades de todo tipo que existen hoy en día para la libre circulación de los ejércitos europeos y propone hacer lo mismo que ocurre con el movimiento de personas: la total abolición de fronteras para que las fuerzas armadas de los distintos países puedan moverse libre y rápidamente por todos ellos en caso de guerra.

Y no parece haber ninguna duda de que esa guerra sólo puede ser con Rusia, a la que se acusa no sólo de haber invadido ilegalmente Ucrania sino de tener más ambiciones «imperialistas» en el continente europeo.

Dentro de esa misma lógica, el presidente checo, Petr Pavel, declaró recientemente que la eventual derrota de Ucrania podría llevar a la Alianza Atlántica a un «conflicto directo» con Rusia.

«La OTAN considera Rusia la mayor amenaza para Europa y se está preparando para un eventual conflicto», señaló Pavel, que no en vano fue presidente del Comité Militar de esa organización militar y anteriormente jefe del Estado Mayor General de las Fuerzas Armadas Checas.

«Entre todos hemos acordado que es de nuestro interés que Ucrania gane la guerra. Y la ayuda que le prestamos es algo de lo más natural», explica Pavel.

Según el presidente checo, que, a juzgar por sus palabras parece totalmente de acuerdo con la tesis norteamericana de que la guerra de Ucrania debe servir también para debilitar al país de Vladimir Putin, «pasarán años antes de que Rusia recupere su capacidad militar».

¿Ha querido dar a entender ese exmilitar convertido en jefe de Estado que si Ucrania resulta derrotada, como parece cada vez más probable, sería el momento de atacar a Rusia antes de que sus Fuerzas Armadas se recuperen?

El Kremlin no tardó en reaccionar a las palabras tanto de Pavel como del general Sollfrank, señalando que el establecimiento de «corredores de guerra» en previsión de un conflicto militar con Rusia tendría graves consecuencias.

De creer no ya la propaganda de Kiev y de la propia OTAN, sino lo que llevan ya meses diciendo ciertos analistas militares, por mucho armamento que siga recibiendo de Occidente, Ucrania no está en condiciones de ganar a Rusia, que tiene muchos más medios humanos y militares.

¿Nos resignaremos entonces los europeos a la extensión a toda Europa de un conflicto militar que pudo y debió haberse evitado, de no ser por la intervención de los gobiernos de Washington y Londres?

¿Permitiremos los ciudadanos que continúe la gradual transformación de la Unión Europea en una prolongación de la Alianza Atlántica por interés sobre todo de EEUU y de sus más estrechos aliados del este del continente, todos ellos vecinos de Rusia?

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