Opinión | A BABOR

Que dice Sánchez que va a cumplir la Agenda...

Lo de mejorar la financiación autonómica –así, en genérico– tiene un pase. Pero si alguien espera que sea fruto de un cambio del sistema de financiación nacional, que espere sentado

El presidente del Gobierno central, Pedro Sánchez, y la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, junto a la diputada de CC, Cistina Valido.

El presidente del Gobierno central, Pedro Sánchez, y la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, junto a la diputada de CC, Cistina Valido. / EPC/José Luis Roca

Habrá cambiado el presidente Sánchez de secretaria. Se referirá seguro a eso. Personalmente, no le daría yo mucho valor al compromiso parlamentario de cumplir con la Agenda Canaria. De hecho, sus colegas del PSOE –aquí y fuera- ya andan diciendo por lo bajini que la Agenda es incumplible. Hasta el ministro Torres, siempre tan optimista el hombre, cree que la cosa tiene sus dificultades. Y las tiene: no sólo porque el clima político no esté para acuerdos, sino porque a ver de dónde saca el Gobierno para las quitas de deuda. Si se aplica lo de igualar las quitas por habitante, la broma supondría 120.000 millones, a sumar a lo de la subida de pensiones, o a lo que nos vaya a costar lo que quiere hacer la señora Díaz con el desempleo, más las promesas en inversión territorializada a los vascos.

El Gobierno ha estrenado como si fuera una novedad un mecanismo para mantenerse en el poder que todos los Gobiernos de la Historia han usado, sólo que con menos de descaro y publicidad. Se trata de comprar con dinero público los votos de los partidos que le apoyan. Siempre ha ocurrido así, pero antes se hacía con un cierto disimulo. Sánchez tuvo que montar su Gobierno sobre apoyos poco usuales, contando con votos de partidos que no solían jugar en las ligas estatales, sino que de hecho son oficialmente partidarios de acabar con tal liga. Entre ellos, dos partidos abiertamente de derechas, como el PNV y Junts, uno heredero del abertzalismo proetarra y batasuno, y otro –ERC– decidido a que España pague el agujero catalán provocado por lustros de despilfarro nacionalista. Al final, aquí se paga voto a voto, y quien más cobra es Cataluña, con catorce votos propios, y luego el País Vasco, con once. Canarias, con apenas uno, puede hacer ruido y tal, y explicar que los que tienen más representación sacan más cuando pasan el cepillo, pero –sinceramente- es poco serio creer que nos van a pagar por quita de deuda la misma morterada por habitante que a Cataluña, o que Sánchez va a poner 1.200 millones en el Presupuesto para que Clavijo se los gaste tan ricamente. ¿Por una solitaria diputada? ¿Por un votito de nada? ¡Vamos, anda! Por un voto ya emitido le pagarán a Cristina Valido los cortados en el bar del Congreso –y porque son muy baratos–, y se harán muchas fotos con ella, a pesar de que sale últimamente en las fotos como si le hubieran pisado el callo. ¿Pero soltar dinero? Yo creo que eso está bastante difícil.

El dinero que se destina a atender gasto territorial no luce en la gestión nacional, y tampoco es demasiado rentable para las delegaciones o federaciones locales de los partidos nacionales, porque los partidos de ámbito nacional están a lo que le convenga al jefe, y sus votos se amarran para garantizar la continuidad del jefe, al margen de en qué y en donde se gaste la pasta. Por eso, lo de la Agenda Canaria, a pesar de la insistencia machacona del Gobierno regional y de los medios por convertirlo en un debate de extrema importancia, al final acabará defraudando. Por si quedaran dudas, además Sánchez ha dado su garantía personal de que va a cumplir. Y eso ya apunta en dirección a que no.

Lo de mejorar la financiación autonómica –así, en genérico– tiene un pase. Pero si alguien espera que sea fruto de un cambio del sistema de financiación nacional, que espere sentado y pertrechado de una lectura más entretenida que el BOE. Porque es difícil que en esta legislatura que se prevé complicada y breve, se modifique la financiación. Demasiado lío. Quizá llegue algo por la quita de deuda, si las regiones montan una escandalera con lo de Cataluña. Pero habrá que hacer mucho ruido. Y en cuanto al otro compromiso central de la agenda de marras, el que tiene que ver con la reforma legal para que los menores inmigrantes dejen de ser responsabilidad exclusiva de las regiones a las que arriban, es poco probable que llegue a votarse y tenga éxito en el Congreso. A nadie –por supuesto, tampoco al PSOE– le interesa que salga. Es más cómodo que todo siga como está, y quizá el Gobierno de la nación suelte unas perritas de poca monta para que el Gobierno de aquí pueda hacer frente a la llegada de menores. Cuarenta o cincuenta millones para que Coalición justifique no romper su acuerdo de apoyar al PSOE. Eso es lo que veremos.

Y luego están asuntos como la participación de Canarias en las negociaciones internacionales que nos afectan directamente, como la de las aguas territoriales. Lo que se pide es sólo estar en las reuniones, escuchar y callar. Pero permítanme que aquí me ría: ahora que ya han nombrado a un diplomático colombiano relator de los encuentros PSOE-Junts y Arcadio Díaz Tejera no tiene opción, las posibilidades de estar en una reunión internacional se nos reducen exactamente a cero. Lo de controlar el precio de los billetes yo creo que no depende de agenda alguna, sino de leyes que nadie considera urgentes. Y el traspaso de competencias pendientes seguirá eso, pendiente. Ni lo de Costas va dar tiempo de arreglar.

Por supuesto, puede que me equivoque. Puede que en las próximas elecciones Coalición y Nueva Canarias se pongan de acuerdo, saquen cuatro diputados y les dé por pedir la independencia. Entonces quizás nos hagan algún caso.

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