Opinión | La espiral de la libreta
Olga Merino
El largo y tortuoso camino de Zelenski
Decía Patricia Highsmith que, para coronar la montaña de una novela, el escritor debe adquirir cierto ímpetu, insuflar al proyecto un impulso sostenido hasta su conclusión, y de no ser de naturaleza optimista, más le vale al escalador fabricarse el brío de forma artificial. La necesidad de esa corriente de energía constante sería extrapolable a casi toda empresa humana, desde el matrimonio hasta la conquista de los polos. Y a la guerra, cómo no.
Volodímir Zelenski parece exhausto. Ha expresado cierto resentimiento hacia Occidente por estar esperando una victoria demasiado rápida en la contraofensiva, como si se tratara de una película de Hollywood. Razón lleva. Pero tras 20 meses de guerra, después de tanta muerte y horror, una quinta parte de Ucrania sigue ocupada por Rusia. Su comprensible agotamiento resulta aún más palpable en el estupendo reportaje que firma Simon Shuster en la revista Time, donde el líder ucraniano le confiesa: «Nadie cree en nuestra victoria como yo. Nadie». E inculcar esa creencia en los aliados, requiere «todo tu poder, toda tu energía. ¿Lo entiende? Requiere mucho de todo». También decae el entusiasmo bélico en casa, en los reclutamientos.
Auge y declive . Si Joe Biden había mandado un Air Force a Polonia para recoger a Zelenski en su primer viaje a Washington desde la invasión rusa (diciembre 2022), en la segunda visita (septiembre 2023) la atmósfera cambió radicalmente. Los asesores del líder ucraniano intentaron en vano conseguirle una cuña en el canal Fox News y una entrevista con Oprah Winfrey. Pero nada; no salió, y eso que la competencia de Gaza, con sus horrendas imágenes, aún no había tomado al asalto los televisores occidentales. (Llama la atención, por cierto, el doble rasero con los cortes de agua y luz, según a qué población civil afecten).
Con el fin de que los republicanos no se la descabalguen, Biden ha tenido que calzar la nueva remesa de dólares para Ucrania en un paquete global, como una inversión en futuros, que incluye ayudas a Israel, Taiwán y el aumento del gasto en seguridad en la frontera con México. ¿Dos guerras con las elecciones a un año vista?
Washington teme sobre todo la expansión del conflicto por todo Oriente Próximo, que a buen seguro desembocaría en una conflagración entre superpotencias y con el petróleo saudí de por medio (Irán controla la salida del golfo Pérsico). Cada vez parece más claro que el atroz golpe de efecto que asestó Hamás del 7 de octubre fue una operación cuidadosamente planeada para colocar a la olvidada Palestina en el centro del tablero y rediseñar así por completo los equilibrios geoestratégicos de la zona. En el otro frente, Zelenski tendrá que seguir tirando del carro. Más solo. En el Capitolio, Jerusalén pesa más que Kiev.
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