Opinión

Yo también haría esa entrevista

Archivo - Asier Eceiza, Miembro De ETA Trasladado A España Desde Francia

Archivo - Asier Eceiza, Miembro De ETA Trasladado A España Desde Francia / MIR - Archivo

Es posible entrevistar a un asesino o a un corrupto sin sentir el más mínimo afecto. En ocasiones, es necesario valorar desde la máxima objetividad la conveniencia de contar al público los motivos, excusas y causas de los hechos que ocurren en nuestra sociedad, independientemente de su crueldad. Sin embargo, si buscamos historias bonitas y realidades edulcoradas, siempre nos quedará Disney Channel. Se puede entrevistar sin amar, de verdad, créanselo. Todas las entrevistas son importantes por la finalidad aclaradora de sus testimonios, porque en muchas ocasiones arroja una fuente de luz imprescindible para comprender y entender la acción humana por muy brutal que sea. Abordar desde un prisma objetivo el nacimiento del nazismo o el ascenso de Stalin al poder no nos convierte en fervientes hitlerianos ni tampoco en fanáticos soviets. Es una falta ética perder de vista el sustrato objetivo de todos los movimientos sociales, políticos y económicos. ¿Quién rechazaría la posibilidad de entrevistar a Abimael Guzmán, al terrorista de Utoya o a Al Capone? Por supuesto que entrevistaría al líder del Ku Klux Klan sin necesidad de ponerme una túnica blanca y una cruz ardiendo a la espalda. Es un ejercicio de profesionalidad preguntar, escudriñar y contar so pena de que puedas caer en la acusación más oportuna. Entrevistar no es blanquear. Otra cosa es considerar el impacto potencial en las víctimas, la comunidad y la sociedad en general, de ahí que sea fundamental equilibrar el derecho a la información y la libertad de expresión con la responsabilidad ética de no causar un daño innecesario. Por supuesto que entrevistaría a líderes de ETA y hasta de El Grapo o Las FARC, también de El Yunque o el cabeza visible de los Ultrasur. Entrevistar con fidelidad extrema al principio crítico. Carlos Herrera dijo una vez que no entrevistaría nunca a asesinos y a profesionales del odio. Y se equivocó, porque sin darse cuenta invita a su programa a este tipo de personas con trayectorias criminales. Y no pasa nada. Jamás hay que censurar, aunque estés en las antípodas del sujeto en cuestión. De la misma forma que es fundamental escuchar y leer prensa contraria a tus ideales. A muchos nos irrita ver a algunos políticos negándose con cierta chulería a responder preguntas a periodistas acreditados por el mero hecho de la incomodidad de las mismas. Aunque no lo crean, los responsables públicos se deben a los ciudadanos, y su negativa a responder a las preguntas que les plantean los periodistas tienen como grandes damnificados a la sociedad. Entretanto, sigue siendo un ejercicio de estupidez supina leer un determinado periódico o sintonizar una cadena de radio con el mismo fanatismo e intensidad que un clásico entre el Madrid y el Barcelona. Y para entusiasmo exacerbado lo de Évole. El otro día le cayó la del pulpo a Jordi Évole por su documental No me llame Ternera. Insultos, amenazas y críticas feroces antes de la proyección de su documental. Lo mismo ocurrió con la entrevista a Maduro. Eso es el periodismo frente al ruido. Tengo claro que, si pudiera, yo también haría esa entrevista. Si no te gusta, siempre puedes cambiar de canal.

@luisfeblesc

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