Opinión

La nación absurda, inquisitorial, de inflexible moral persecutoria

Hay un montón de arrepentidos que ya han hecho penitencia (porque aplaudieron)

Luis Rubiales, en la entrevista con Piers Morgan.

Luis Rubiales, en la entrevista con Piers Morgan. / TW

Probablemente se llamaba August Landmesser el único hombre que mantuvo los brazos cruzados mientras toda la multitud que le rodeaba extendía el brazo con el saludo hitleriano. Hemos de evocarle dado el aluvión de sesgos de virtud unánime y vigilante, exigida y exigible, uno tras otro desencadenados, cuando Santo Oficio, Comités de la Salvación Pública, tribunales populares no existen ya. Es una locura, pareciera que el Ministerio de Igualdad hubiera dado un golpe de estado en la sociedad y en un prensa convertida en hoja parroquial. El Derecho morboso ideologizado se hace acompañar de una lista de cobardes, delatores, justicieros, plebe, turba, señalamientos públicos, condenas sumarísimas.

El entrenador de la selección nacional De la Fuente, jugó en el Athletic de Bilbao, evidentemente el equipo nunca guardó un minuto de silencio por cualquiera de las matanzas de ETA, esta vez aplaudió a Rubiales, pero se retractó con penosa indignidad cuando oyó rugir a la horda, un tipo poco fiable. Hay un montón de arrepentidos, que ya han hecho penitencia (porque aplaudieron). Al entrenador de la selección femenina de futbol, como premio por haber ganado un mundial impensable, le destituyen. También había aplaudido. El progresivo desplome institucional del Estado a cotas cada vez más infernales recuerdan la experiencia de los judíos alemanes, auto consoladora, en la década de los años 30, de que de un determinado punto no pasarían los nazis, que iban superando.

El fugaz pico, del sexto mandamiento reinterpretado, de Rubianes y Jenni, ha dado pie a que podamos presenciar impositivos picos de muchas féminas, como ejemplo Mercedes Milá, Anabel Alonso. Es tal el sindios de la nación española, que brotes tumultuarios de inspiración en los justicieros woke norteamericanos en lugar de propugnar la cultura de la cancelación, ellos mismos se cancelan. El antifascista de toda la vida, el bético Borja Iglesias dice que no va a ir a la selección y llama fascistas a su público, las jugadoras ponen condiciones para no auto cancelarse (ya lo hicieron). Un futbolista crucifica a Dani Carvajal por machista y facha (pecados nefandos actuales) ejerciendo de nazi complaciente. Una feminista fanatizada, estalinista funcional, enjuiciando el comunicado de los capitanes de la selección lo tilda de insuficiente y tardío. Como la inquisidora de progreso Angels Barceló. Marcan que no vale cualquier penitencia o contrición. Ellas/os evalúan y fijan. Plaza del pueblo y turba para auto de fe. El periodismo jaleador sediento de virtud y moralidad y el Ministerio Fiscal de Mobutu se hacen acusación particular al servicio de la turba animada por el gobierno, de un auto de fe y causa general al que calle o no se defina.

Suscríbete para seguir leyendo