Opinión | Un carrusel vacío

Marina Casado

Y como parece que el corto verano se acaba…

Cillian Murphy, en ’Oppenheimer’, uno de los estrenos más esperados de julio.

Cillian Murphy, en ’Oppenheimer’, uno de los estrenos más esperados de julio. / EPC

Para muchos, la llegada de septiembre es algo así como Alicia despertando de su sueño. Atrás quedan el País de las maravillas, los gatos parlantes y los conejos blancos, los chiringuitos playeros, el “piscineo”, los viajes a la aventura... La rutina nos vuelve a acoger entre sus brazos fríos, con olor a alcanfor. Este año, además, el sueño ha terminado pasado por agua, puesto que septiembre ha llegado a lomos de una DANA (Depresión Aislada en Niveles Altos) que ha provocado tormentas y bajas temperaturas en toda España. Canarias ha sido la excepción, aunque tampoco se libró de lluvias el pasado fin de semana.

Y en este abandono prematuro del verano, continúa hablándose del beso de Rubiales, que se ha hecho más famoso que aquel que cantaba Miguel de Molina, que “la española, cuando besa, es que besa de verdad, y a ninguna le interesa besar con frivolidad”… Y de los festivales de música, que son como las fiestas de los pueblos del siglo XXI y que atraen al mismísimo Pedro Sánchez, que la semana pasada se dejaba fotografiar junto a los Lori Meyers, entre otros, en el Cala Mijas Fest. Y mientras Pedro, muy contento, nos muestra su espíritu festivalero, Feijoo sigue empeñado en una investidura sin apoyos, y el futuro de España continúa sumido en la incertidumbre, pero que eso no nos impida seguir bailando, aprovechando los últimos rayos de sol, que el invierno es largo, y más desde que el cambio climático ha concentrado el período estival en apenas dos meses en los que las temperaturas han superado con creces los 40 grados en diferentes puntos de España. Y ya no tenemos a Carmen Sevilla, aquella “flamenca ye-ye” que presumía de “ver las corridas en traje de baño” gracias a los electrodomésticos de Philips. Porque sí, hubo vida más allá de las “ovejitas”. La tradición que sí se ha mantenido es que el verano ha vuelto a convertirse en “el más caluroso jamás registrado”…

Este, además, ha estado aderezado por la estela nuclear de Oppenheimer, la última y aclamada película de Christopher Nolan que ha protagonizado la cartelera junto a Barbie, de Greta Gerwig, gracias a la cual se ha puesto de moda el color rosa, que algunos veníamos defendiendo sin éxito desde nuestra más tierna infancia, cuando tomábamos parte activa en esa apasionada discusión entre las hadas de La Bella Durmiente acerca del color definitivo del vestido de Aurora: rosa o azul. Pero no hablaré demasiado sobre “princesas Disney”, que últimamente parece que solo sus versiones live action son políticamente correctas. Ya lo dijo Rachel Zegler, la actriz que encarnará a Blancanieves en la nueva versión de Disney: el Príncipe Azul era un acosador, porque besó a la princesa sin su permiso… de lo cual se deduciría que todas las niñas que nos hemos emocionado con el desenlace estábamos siendo educadas, sin saberlo, en la cultura del acoso… Porque la idea de separar los cuentos de la realidad, que es lo que llevamos haciendo desde siempre, parece demasiado compleja para algunos, y así llegamos a los Rubiales de la vida, que se sienten príncipes azules incomprendidos. Seguro que culpan a Disney de su desdicha.

Pero mejor un beso que una motosierra, claro está. Que se lo digan, si no, a Edwin Arrieta, el cirujano plástico descuartizado a manos de Daniel Sancho, que no es un príncipe azul, sino un niño rico que sabe manejar bien los cuchillos, como demostró en su canal de YouTube y en esta turbia historia digna de una novela de Patricia Highsmith. Los españoles, morbosos por naturaleza, no hemos podido resistir la tentación de seguir las noticias día a día, igual que seguíamos las aventuras de Curro Jiménez por Televisión Española, y quién nos iba a decir que su nieto iba a ser más aficionado a las motosierras que a las pistolas y a los caballos… Alguien debería recordarnos que esto no es una serie televisiva, que existen dos familias destrozadas que merecen respeto. Y si no entendemos eso, a lo mejor es cierto que tampoco podemos distinguir los cuentos de hadas de la realidad.

No obstante, perderse en las ficciones de vez en cuando es necesario para seguir viviendo. Muchos lo hemos hecho, por ejemplo, con los cómics de Francisco Ibáñez, que también nos dejó para siempre este verano, aunque sus mundos seguirán intactos y sus inolvidables personajes, como Mortadelo o Rompetechos, continuarán arrancando sonrisas eternamente. Y van a hacer falta muchas, ahora que ha regresado la rutina, y como parece que el corto verano se acaba, que diría Luis Eduardo Aute, bailemos un slowly, que la música indie me parece toda igual, aunque tenga la bendición del Presidente.

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