Opinión | SANGRE DE DRAGO

Una mirada desde el Escorial

Los niños de la Escolanía del Escorial juegan a las puertas del Monasterio.

Los niños de la Escolanía del Escorial juegan a las puertas del Monasterio. / José Luis Roca

La semana pasada, los días 29 y 30 de junio, en la residencia San José de El Escorial, tuvo lugar la 82º Asamblea General de Cáritas Española, confederación que vincula a todas las Cáritas diocesanas de España. Tocaba aprobar el informe de gestión, la memoria de actividad y las cuentas del año 2022, así como el Presupuesto del año 2024 en una evaluación intermedia del Plan estratégico y generar una reflexión compartida entre todos los miembros sobre «el mañana de la acción voluntaria» en Cáritas. Un trabajo intenso, evidentemente; pero lo que quisiera compartir hoy aquí es la mirada que desde allí se realizó a la situación general de nuestro país en relación a la exclusión y la pobreza. En España, una de cada cuatro personas está en situación de exclusión social, una de cada tres carece de ingresos suficientes para vivir dignamente y un 7% de la población no tiene ningún tipo de ingreso.

Se trataba de reflexionar sobre los retos que nos lanza una sociedad fuertemente ideologizada, que lleva a polarizaciones y tensiones en los ámbitos de la economía, de la política, de la cultura, incluso de la religión. Se evidenció el hecho de que vivimos tiempos de crisis acumuladas, contra cuyos sangrantes efectos sociales seguimos intentando dar respuestas, tanto dentro de nuestro país como en aquellas regiones del planeta más golpeadas por la precariedad donde la acción de Cáritas Española está presente. Tras la pandemia provocada por el covid-19, asistimos a la guerra de Ucrania, al alza de los costes energéticos y a una inflación desbocada, factores que, junto al aumento de la movilidad humana, el flagelo incesante de los conflictos bélicos v los desastres naturales, el retroceso de las libertades ciudadanas y la persistencia de una iniusticia social rampante, siguen dejando atrás a millones de descartados en todo el mundo.

A pesar del despliegue del denominado «escudo social», se acrecienta la pobreza y la precariedad de miles de familias, y se dispara la desesperanza de una legión doliente de nadies, de descartados, de personas que ven cada vez más reducidos sus derechos básicos y su legítimo acceso a los bienes.

Si oscura es la situación, la esperanza fue capaz de brillar: en este encuentro anual de El Escorial ha resonado también con todo su vigor la exhortación lanzada por Francisco el pasado 11 de mayo en Roma a los representantes de Cáritas Internationalis en vísperas de la 22ª Asamblea general, donde nos recordaba que «el amor nos hace abrir los ojos, ampliar la mirada, nos permite reconocer en el extraño que cruzamos en nuestro camino el rostro de un hermano, con un nombre, con una historia, con un drama ante el cual no podemos permanecer indiferentes»; y nos animaba a no olvidar jamás que «quien trabaja para Cáritas está llamado a dar testimonio de ese amor ante el mundo».

Esta apelación iluminó la Asamblea, cuyo eje central fue la reflexión sobre el voluntariado en Cáritas en el nuevo contexto social y eclesial. Por eso, me gustaría concluir estas letras compartidas desde este encuentro confederal con un par de preguntas que puedan servir de lumbre para tanta oscuridad social: ¿Has pensado alguna vez dedicar algo de tu tiempo, desde el compromiso de tu identidad social y eclesial, al servicio de las demás personas realizando algún tipo de voluntariado? ¿Sabías que Cáritas es, en su esencia y en su metodología, una entidad de voluntariado? ¿Conoces los espacios que Cáritas ofrece para realizar un voluntariado comprometido?

Una mirada esperanzada desde El Escorial.

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