Opinión

Pedro Alfonso

Hay que luchar, papi

Cartel de la Semana Internacional de Cine de Valladolid.

Cartel de la Semana Internacional de Cine de Valladolid. / Nacho Gallego

«No te mueres por caerte en el río. Te mueres por mantenerte en el fondo».

Muestra de una película de baja calidad pero que salva esos 150 minutos de entretenimiento del fin de semana.

Pregunté a mi hija de 10 años ¿Qué significado crees que tiene? Y me sorprendió con su respuesta: «Hay que luchar, papi».

Canarias lleva un vergonzante camino económico en esta última década.

El crecimiento de la recaudación pública (impuestos) ha subido más de un 30% mientras que el PIB (la riqueza), solo ha subido apenas un 8%, consolidando el mayor presupuesto público de la historia con ingresos coyunturales mientras que los nuevos gastos se van convirtiendo en estructurales.

Con ello, el público del conjunto del Estado (Incluida Canarias) ya es mayor que el consumo privado, por lo que la dependencia de la economía y el empleo hace equilibrios dentro de una burbuja que todos sabemos que reventará, aunque no nos ponemos de acuerdo en la fecha.

Para aquellos que les encanta achicar espacios y lanzar la pelota a campo rival, decirles que el exceso de recaudación por motivos inflacionistas terminará más pronto que tarde, que la Comisión Europea, ya pide claramente a España una reducción de gasto y déficit público, mientras la ejecución presupuestaria pasada ha sido netamente insuficiente y los países nórdico europeos, con Alemania a la cabeza, piden que también se reduzca la deuda pública en un punto anual hasta llegar al 60% del PIB, lo que supondría para España adicionar 13.000 millones de euros a los recortes presupuestarios.

En Canarias, tenemos un Régimen Económico Fiscal que ha envejecido mal, y que pide a gritos que sirva, no solamente para activar la economía real, sino para que mejore la renta disponible de los trabajadores sin aumentar los costes laborales. Lo cual garantizaría una robusta recuperación económica y una reducción en la recaudación de impuestos y su consiguiente presión fiscal.

Pues eso que decía la niña: «Hay que luchar, papi». No hay mucho tiempo, pero ganas, sobran.

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