Opinión | Cantina ilegal

El Carnaval más señorial

Una participante de una comparsa.

Una participante de una comparsa. / Andrés Gutiérrez

Ya me imaginaba yo que la noche de ayer iba a ser dura. Entre los que no consiguieron entrada para ver a las comparsas y las vieron en mi Cantina por la tele, y los que después del concurso pasaron por aquí a echarse unas garbanzas, mi negocio, a eso de las cuatro de la mañana, parecía la calle del Castillo en la tarde del cinco de enero.

Y casi sin descanso, hoy me toca abrir temprano porque esta tarde se celebra el concurso de Rondallas y mi cantina vuelve a ser punto de encuentro. Por cierto, que mucha gente daba por hecho que este año se volvería a celebrar en el teatro Guimerá, dado que, el año pasado, en junio, muchos componentes de la modalidad más genuina de nuestra fiesta me comentaban que el Guimerá tiene mejor acústica que el auditorio; pero no, la cita con la lírica vuelve al Auditorio, quizá será porque los grupos, o la organización, prefieren disponer de más aforo en lugar de un mejor sonido. Lo desconozco. Algún cliente me dice también que, usando aquella concha que se utilizó hace años en la Plaza de España, se podría celebrar en el recinto ferial por lo que, como ven, opiniones hay para todos los gustos.

Me encanta lo variado de nuestro carnaval; desde los concursos hasta la explosión popular de la calle, un motivo más que lo hace tan especial: el atractivo de nuestras murgas, lo espectacular de nuestras agrupaciones y comparsas, carrozas, reinas y personajes, sin olvidar a las rondallas, nuestros grupos más genuinos y antiguos, con más de cien años de historia a sus espaldas, que junto con la Zarzuela y Los Fregolinos forman lo que muchos clientes de mi cantina han bautizado, de manera acertada para mí, como el Carnaval más señorial.