Opinión | Cantina ilegal

Carnaval electoral

Carnaval en la calle.

Carnaval en la calle. / Andrés Gutiérrez

Estos días con pocos actos me vienen muy bien. Aprovecho, no solo para llenar botelleros, sino para organizar los contenedores de condumio de mi viejita o pasar una fregona; y no solo para eso, también para mentalizarme de cara a los días fuertes que me vienen, después del próximo viernes, cuando el carnaval explote en la calle. Aprovecho también para analizar inquietudes y comentarios acerca de nuestra fiesta; y hay uno que me llama mucho la atención: Es cuando alguien comenta... claro, es que este año tenemos carnaval electoral.

Parece ser, o se supone, que éste es un año en el que los políticos tienen que tener cuidado con el carnaval porque, por muy mal que lo hayan hecho, si la fiesta es un éxito, tendrán nuestro voto garantizado o viceversa. Y eso es un comentario que me da mucha rabia porque me siento como una especie de borrego que condiciona el voto dependiendo del artista que me haga bailar en la avenida de Anaga en febrero. Dicen que hay políticos que piensan que eso es así, no en vano, en los ensayos previos al carnaval, partidos a los que no se les ve durante tres años, desfilan por los locales en el cuarto carnaval aparentando preocuparse por las tarimas o por las humedades del local; humedades que desaparecen en junio.

Algunos incluso, son capaces de ir a la FuFa y ponerse con el grupo a cantar sin saberse el estribillo más murguero de todos los tiempos. ¿Pensarán que votaremos al que cante mejor, o influirá más aquel que en su programa electoral refleje una evidente preocupación por el mantenimiento y mejora de nuestra fiesta? El caso es que, después de doce años en mi cantina, no puedo evitar contrariarme cuando oigo decir: Este año viene a cantar fulanito... claro, como es carnaval electoral.