El ministro de la Presidencia, Bolaños, en comparecencia para dar cuenta de la nueva ley de la Memoria Democrática, deja la pervivencia de la cruz de los Caídos abierta a decisión, por lo que no cabe excluir ninguna; la más benigna, y lo adelanta, sería que sirviera de condena del nacional catolicismo, de símbolo ominoso, de escarnio, de ofensa gubernamental a los católicos, remedando a nazis y comunistas al identificar a los enemigos inicuos e incompatibles, de los que hay que extirpar todo rastro. Tan solo especular con el futuro de la mayor cruz del mundo significa que realmente merecería ser volada, pero que cabe indultarla, expresado y concluso su expediente de ominosidad con una «resignificación». Solo unos botarates analfabetos pueden «resignificar» un símbolo universal milenario, ¡cuánta ignorancia de mitología, simbolismo, hermenéutica, historia de las religiones, historia del mundo, antropología, filosofía! No entienden estos guerracivilistas la idea de historia y civilización cosida a símbolos de protección y esperanza de la raza humana. Lo único que respetan estos cerriles talibanes de la cultura, es la genealogía, la suya propia. No en vano la izquierda española ha sido la mayor perseguidora de la religión católica del siglo XX, sus crímenes están datadas al detalle –y jamás los podrán borrar–; constan los retablos, sagrarios y tallas destruidas; documentadas las iglesias, conventos incendiados; contabilizados los sacerdotes, monjas, novicios, creyentes asesinados, las violaciones de novicias que como escribió Almudena Grandes literalmente, se excitaban sexualmente con los sudorosos milicianos. Pero no terminaron con la religión. Lo tenían pendiente también.

Todo este evidente y palmario guerracivilismo, esa tortuosa desviación psíquica de considerar a la mitad de los connacionales enemigos que hay que vencer (aun muertos) y sacarlos del espacio público. Inflamar el odio y la exclusión, con voluntad de encono creciente, construir y perfeccionar el mal absoluto, modelar el pensamiento, eso es todo. Franquistas de nuevo cuño: también os resistiremos.

Coincidiendo en tiempo con el español, en 1935, se forma el Frente Popular en Francia con Léon Blum y la SFIO, son de izquierda, incluso hay comunistas, sí, pero no asesinan ni violan, no tienen chekas ni patrullas móviles, no persiguen creencias religiosas, clases sociales, ideas políticas. Ni amenazan ni advierten sus dirigentes con superar la Constitución democrática. Lo que pasó en España solo pasó en España, ni todas las izquierdas occidentales fueron como la española. Deberían ocuparse de pedir perdón y asumir sus responsabilidades.

Desde el odio más frío e impersonal, con cara descompuesta hablan del odio del otro, de un odio no creíble, imputado y deseado en sus enemigos, es su propio odio el que proyectan.