‘Arcanum’ y giro político

Que la entrevista de la fiscal general con Eduardo Inda no haya sido recibida con escándalo por Pablo Casado, eleva lo que sucedió en el piso de Baltasar Garzón a una cuestión de Estado. En un sistema de poder tan arcaico como el español, configurado por un dictador que se sentía feliz al compararse con el Cid, una cuestión de Estado ha de ser necesariamente un arcanum del que apenas se tenga una noticia. Como decía con tino Jesús Civera el pasado martes en esta misma página, ya que la incapacidad del gremio político madrileño para ofrecer una dirección solvente al país ha entregado a los tribunales de justicia los problemas políticos, y como en el foro está jugándose la Jefatura del Estado, la cuestión de Cataluña, el destino del PP y las prácticas villanas de hombres del gran capitalismo español, hemos de concluir que lo que lleve entre manos la fiscal general con el señor de los secretos Villarejo ha de tener una transcendencia máxima.

Si recordamos otros contactos de la fiscal general con Florentino Pérez y con Ferreras, comprendemos que se ultima la configuración de todo arcanum, preparar el tingladillo de la farsa tras el que se mueven los actores. El arcanum, la verdadera realidad, ha de sustraerse a la mirada, pero ese vacío, para no ser percibido, ha de ser compensado con un espectáculo. Para tejer ese retablo de las maravillas sirve La Sexta.

Que la fiscal se sienta legitimada en esta conducta, indica que sabe que lleva algo importante entre manos. Así que ha pasado a la ofensiva defendiendo su entrevista ante Àngels Barceló. La manera de justificarse es algo que ya sabíamos, que se ha “reunido con muchísimos medios de comunicación en los espacios más variopintos”. Es una frase que no podría pronunciar sin ser cesada una fiscal general en un país que tuviera una idea de la dignidad de lo que debe ser un alto servidor público. En los países que no fueron formados por imitadores del Cid, un fiscal general se reúne en su despacho y las relaciones con la prensa las celebra públicamente. Hacernos creer que su reunión con Inda fue una reunión “normal” con la prensa, es sencillamente tomarnos por tontos.

En efecto, su justificación es decir que lo ha hecho para respetar el derecho de información. Pero, primero, no veo la manera de vincular a Inda con nada que tenga que ver con el derecho de información; segundo, si quería realmente respetar ese derecho, podría haber reunido también a otros periodistas más reputados; tercero, podría haber comenzado por informar de su propia reunión con Inda; cuarto, y aunque no hubiera querido informar por anticipado de dicha reunión, podría haber dado la cara con dignidad y no esconderse ni bajar el rostro, perseguida por la conciencia de culpa, cuando Willy Veleta la descubrió. El sentido de cumplir el derecho de información de la fiscal general es peculiar. Se entrega en monopolio a un único periodista y justo al que es arquetipo de anti-periodismo, el señor Inda. Y al final de su defensa, como siempre, el agravio. La fiscal se queja de que ha «sufrido reputacionalmente lo que no está escrito». Por este camino me temo que se escribirá todavía más.

No vamos a analizar el subtexto de esta entrevista con Barceló, el tono hueco de la fiscal, la inquietud latente, la inseguridad de formulación, la obviedad de una humildad impostada, todos esos elementos retóricos que sugieren que no se cree nada de lo que dice. La forma de reaccionar ante Barceló, la necesidad de contar todo su cuento, la inseguridad del que teme salirse del guion, todo ello denota el solipsismo de quien solo tiene una versión blindada. Incluso su misma frase rotunda -«el derecho a la información está ahí»-, permanece en la zozobra de la incertidumbre. “Está ahí”, pero ¿dónde? Habría sido más persuasivo decir “está allí”, en Suecia quizá, o en Berlín, desde luego lejos de ella. En todo caso, la cuestión espacial es central. Ha empleado el «aquí» para referirse a la entrevista con Barceló, algo que vemos todos. Pero ha utilizado el “ahí” para la entrevista con Inda, el arcanum, algo que no ha visto nadie.

La situación ha ganado en dramatismo cuando el jurista Garzón ha salido en defensa de la fiscal general. Ha dicho que la vida pública española está dominada por la insidia, la carencia de justicia y de bondad. Ha citado a la RAE y ha recordado que la insidia es el engaño oculto diseñado para perjudicar a alguien. La cuestión es curiosa porque aquí la única que se ocultó fue la fiscal. Si produjo engaño o no, eso no lo sabemos. Nada cierto se sabe del arcanum. Si la reunión fue para perjudicar a alguien, tampoco lo podemos asegurar. Lo que sí sabemos es que fue a reunirse con el amo de la insidia, el señor Inda. Así que resulta más probable que con Inda se tramara una insidia, que pensar que se haya organizado algo parecido con tantos periódicos que no se han reunido entre sí. No son ellos lo que hacen turbio lo cotidiano. Lo turbio acompaña a Inda por donde quiera que vaya. Invocar la ética en su cercanía, como hace Garzón, parece de mal gusto.

Mientras escribo este artículo escucho la noticia de que Isabel Díaz Ayuso disuelve la Asamblea y convoca elecciones en Madrid, que el gobierno de Murcia cae y que Castilla y León podría caer. Veremos si no siguen otros. En realidad, en el fondo del artículo de Garzón, lo que hay es un reproche a Podemos. Los llama “recién llegados”, y aunque presentan “aportaciones de índole social, adolecen de cierta perspectiva y madurez, les sobran reproches y abundan en desafíos a la indispensable unidad, abusando de la paciencia de sus aliados”. Luego, a lo largo del artículo denuncia que las críticas a la fiscal son eo ipso críticas al Gobierno de Pedro Sánchez.

Por supuesto, en la fronda madrileña quien no tiene servicio de espionaje no es nadie, y_Pablo Iglesias no será una excepción. Detectar el arcanum es valioso y complicado. Todo esto muestra a la luz que cuando un ‘arcanum’ se pone en marcha, nada del aparato del Estado queda sin afectar. Su irrupción siempre es un golpe político. Y así, a los pocos días de esa entrevista, nadie sabe cómo, quizá por casualidad, la política de alianzas de Ciudadanos cambia, Luis Bárcenas ya habla del “PP de antes”, José María Aznar dice que “por ahora” tiene el carné del PP y el escenario electoral regresa a Madrid, nueva nación sin Estado. Y como la última ficha del dominó, queda en el aire saber qué pueda suceder en el Gobierno central.