La decisión del consejero para la Transición Ecológica, Lucha contra el Cambio Climático y Planificación Territorial del Gobierno de Canarias, el socialista tinerfeño José Antonio Valbuena, de enterrar definitivamente la implantación del gas en el sur de la Isla y, por tanto, de descartar la instalación de una regasificadora flotante en el Puerto de Granadilla, ha encendido todas las alarmas en el sector empresarial tinerfeño y en la Autoridad Portuaria de la provincia -impulsora del proyecto- y ha soliviantado al también socialista Pedro Martín, presidente del Cabildo de Tenerife.

Argumenta Valbuena que su Consejería siempre ha estado en contra de la planta regasificadora, un proyecto que ha recibido informes negativos y que no tiene encaje alguno en la planificación de su departamento. Aunque es loable el modelo al que aspira -el uso cada vez mayor de las energías renovables-, olvida el consejero un detalle de suma importancia para Tenerife: la pérdida de su posición económica en el Archipiélago y en el concierto internacional sobre el tránsito de buques de mercancías al no poder suministrar fuel-oil a este tipo de transporte a partir del año 2025, plazo fijado por la Unión Europea (UE) para prohibir las energías más contaminantes en los puertos de su ámbito de influencia.

Esta es una de las razones de peso por las que su compañero de partido Pedro Martín ha tenido que elevar la voz para procurar un giro en los planteamientos. Martín lo explicó con meridiana claridad: es fundamental la introducción del gas natural y la construcción de la regasificadora flotante para mantener el pulso económico y como transición a las energías limpias. El presidente tinerfeño explicó que la creación de este ingenio flotante es indispensable para tratar el gas natural y poder mantener el suministro al transporte marítimo, así como a las centrales de ciclo combinado de la Isla. Precisamente, la central de Granadilla, a pesar de ser de ciclo combinado, solo funciona con combustibles fósiles, lo que la convierte en una de las infraestructuras más contaminantes de Europa. El gas, si los proyectos siguen adelante, suministraría a la central, con lo que la mejora en el medio ambiente sería sustancial.

Los defensores del gas natural aluden a la necesidad de que esta sea una fuente energética que sirva de puente entre el actual modelo (donde predomina el uso de combustibles fósiles) y el modelo basado en renovables. Sin embargo, el Ejecutivo canario apuesta por una transición rápida en la que no tendría sentido invertir en una regasificadora. Para esa transición rápida, el Gobierno cuenta con el impulso de los fondos europeos. Los React-EU, el mayor paquete de estímulos jamás antes puesto en marcha por la Unión Europea, tiene como objetivo reactivar la economía comunitaria, pero, también, contribuir a su transformación hacia la sostenibilidad, entre otras metas. En este sentido, Valbuena está convencido de que el Ejecutivo va a aprovechar las ayudas comunitarias para la reconversión.

En todo caso, los partidarios del gas entienden que por mucho que el Ejecutivo acelere el cambio de modelo, siempre se contaminará más durante la transición sin el gas que con él. La solución más lógica sería plantear que se utilice una parte importante de gas licuado en la Isla y otra de hidrógeno para que la posición del hidrógeno vaya aumentando con el paso de los años en la medida en la que se puedan verter energías renovables.

La preocupación de Pedro Martín tiene una base sólida: si Tenerife se queda sin gas para suministrar a los buques, estos se irán a puertos de otra provincia o incluso de África, con las terribles consecuencias para Tenerife, un territorio en crisis económica que requiere proyectos de modernización y competitividad.

También preocupa el portazo de Valbuena al gas a la Autoridad Portuaria de Santa Cruz de Tenerife, que el pasado 1 de noviembre adelantaba que los técnicos de la administración llevaban un año elaborando el proyecto de la regasificadora flotante con el objetivo de suministrar, por una parte, gas natural como combustible para la central eléctrica de Granadilla, contribuyendo así a la descarbonización de la misma y, por otra, de aprovechar el gas licuado excedente para suministrar combustible a los buques.

Los empresarios tinerfeños también claman por el modelo de transición con las energías renovables en el horizonte. El desarrollo de la actividad marítima y turística en la Isla -con la creación de puestos de trabajo-, la renovación de las instalaciones energéticas obsoletas y la reducción de los niveles de contaminación son los tres pilares en que basan su argumentación para apoyar la tesis del Cabildo y de su presidente. Añaden dos argumentos más: enterrar el modelo supone no poder reducir el precio del megavatio o los costes del suministro energético, y amenaza a la actividad turística, ya que los complejos hoteleros y el transporte necesitan el suministro.

Con todas las cartas sobre la mesa, Consejería, Cabildo y empresarios deben sentarse para diseñar un modelo claro que no puede ser otro que la apuesta por el gas natural como un paso intermedio para llegar a las energías renovables. Energía poco contaminante con energías verdes como meta.