Este no es un artículo político, ni sobre política. Yo que nunca meteré a todos en el mismo saco, por coherencia, convicción y porque es así, confieso mis recelos crecientes hacia lo político. Sin embargo, me ocupa y preocupa lo social. ¿No es una contradicción? Aparentemente lo es. Ese alejamiento entre sociedad y política, eso que hace que tantas veces sean “mundos aparte”, explican mi desencanto y el de mucha gente. La “Curva” de mi izquierda no es cerrada ni peligrosa. Pero es a la izquierda. El bien general es principio y final.

Los patriotas:

1- Criar gemelos o mellizos viene a ser lo mismo. Un estrés difícil de digerir sin efectos secundarios. Claro que por el tiempo que pasa el “Vice 2º” en su casa dudo que los desvaríos procedan de la dura exigencia de ser padre a no ser que los angelitos no le dejen pegar ojo. Cuando el oxígeno no airea bien el cerebro –suele ocurrir con el cansancio- vale más estar callado o dejar para mañana los alegatos.

Pablo –no Pedro- tuvo una revelación. Analogía obscena. Comparó a Puigdemont y sus mariscadas con el exilio republicano del 39, lo que ha levantado, y con razón, una oleada de indignación. Pudo rectificar el disparate, pero se mantiene subido en el burro. No entro en la cuestión de si Puigdemont es un exiliado sui generis o un prófugo, un fugitivo o un turista, un héroe nacional catalán o un presunto delincuente. Lo que produce repulsión es que un vicepresidente, que se dice de izquierdas y empeñado en frenar la supuesta derechización de su socio, enrole al susodicho en los barcos del exilio. Al equiparar a las “víctimas” equipara a los “verdugos”: la dictadura franquista, que se impuso por las armas a la legalidad republicana, con el régimen democrático actual.

Los exiliados republicanos fueron ultrajados, insultados y despreciados en vida. No haga que lo vuelvan a ser de muertos, señor Iglesias. Si los que ejercen responsabilidades públicas promueven teorías conspiratorias y no manifiestan un apoyo firme hacia las instituciones que representan, contribuyen a socavarlas. No se puede ser gobierno y oposición a la vez. Esa mezcla de deslealtad y prepotencia se vende mal. Créame. Me da que está en esa huida hacia delante que suele traer la desesperación.

2- Vacunas y patriotismo. Ese señor de Murcia. Mira que son majos los murcianos… pero les salió Manuel, el consejero de Sanidad, aprovechándose del cargo. Primero yo y después la chusma. El control de las vacunas es algo demasiado importante para dejarlo en manos de los políticos. Mejor no pensar en lo que hacen con nuestro dinero a la vista de cómo administran nuestras vacunas. Lo sorprendente es que este descaro no lo protagonizan políticos frikis, de los que hay para regalar, sino algunos de los que, antes de esto, gozaban de un prestigio aparentemente merecido. Confesar el error, pedir disculpas y dimitir habría sido el camino perfecto. Pero hay un virus de naturaleza política que es tan irreductible como el que nos confina y para el que, al parecer, no hay vacuna.

Menos mal que te fuiste Albert. En defensa del señor de Murcia, el exlíder de Ciudadanos propone que sean los políticos quienes entren dentro de los grupos prioritarios porque “darían ejemplo ante la población”. Dar ejemplo, señor Rivera, es seguir un plan coherente de vacunación, y no intentar colarse a la primera de cambio y aprovecharse de su posición, los gobernantes se deberían vacunar cuando les toque, como el resto de ciudadanos... Otro patriota.

Y en esta España, camisa blanca de mi esperanza, se siguen amontonando patriotas. Unos cuantos acaban de dejar el jardín de infancia. Los youtubers que ponen su domicilio fiscal en Andorra. Esos para otro día. Están en su derecho.

Feliz lunes.

adebernar@yahoo.es