Las primeras escombreras bien llenitas que pude disfrutar datan de los años noventa. Estaban muy cerca de esas urbanizaciones de primera construcción donde sus amables residentes depositaban las pilas construidas con la acumulación de escombros, una práctica que con el paso del tiempo iría adquiriendo su verdadero significado: porquería. Eran esos vertederos ilegales que decoran los paisajes de nuestras ciudades. Cada cierto tiempo, los mejores gorrinos de la zona competían en honor al dios de la basura para conseguir la mejor escombrera del municipio. Relatan los versadores de antaño que existen dos leyendas que explican el origen de esta competición: Una cuenta que fue aquel señor que prefería pedir perdón antes que permiso, extendiendo esta habilidad como la mejor forma de evitar los costosos desplazamientos al punto limpio. Otra, refiere al mero hecho de la condición natural de algunos, lo que popularmente se conoce como ser un completo marrano. El participante más distinguido en los juegos olímpicos de la escombrera lo conozco perfectamente. Todavía no ha ganado la medalla de oro, pero poco le falta, porque puntúa su excelsa capacidad de seleccionar libremente un lugar adecuado y dejar caer restos de obra y enseres que se acumulan junto a frigoríficos y armarios. Y el gusto que da tirarlo. Un auténtico espectáculo contemplar a ese zopenco entrado en años depurar su técnica en el borde del área de la escombrera. Utiliza un completo manual de pasos previos al lanzamiento. Suele tomar una carrera normal, para, después, al armar el brazo manteniendo los residuos a la altura de la nariz y alineado con los hombros en la dirección del lanzamiento, hacer una serie de pasos cruzados con un sutil apoyo en el pie izquierdo, giro de cadera con rotación hacia dentro y soltar el brazo ejecutando el lanzamiento. Tiene su afición, una larga cola de alumnos que siguen fielmente su ejemplo para llenar esa preciosa esquina con lo mejor de cada casa. Sin embargo, no pasa nada, porque nuestro legado es basura, y nuestra conciencia y respeto por el medioambiente una patochada. Para este sujeto reciclar es cosa de rojos, de comunistas que separan los residuos y luego tienen un BMW que contamina a cada cilindrada. Más de seis veces su peso en basura generamos al año. Contaminar es sencillo, sale barato y no tiene contradicciones de ningún tipo. Al fin y al cabo, es una comodidad a corto plazo socialmente aceptada. Los residuos domésticos que genera un español ascienden a los 440 kilos, lo que supone un total de unos 21 millones de toneladas de basura al año si sumamos todos los residuos domésticos del país. 3,5 millones de toneladas de basura al día en el mundo, suponiendo un total de 1.300 millones de toneladas de residuos. Tal y como explica Greenpeace, convivimos a diario con la contaminación atmosférica debido al tráfico y a las emisiones de las industrias, siendo la responsable de un elevado número de muertes prematuras y enfermedades respiratorias en nuestras ciudades. En tan solo unas décadas, el plástico ha pasado a estar presente en todo tipo de objetos y materiales por sus características y bajo precio. Y, al igual que su producción, el aumento de residuos se ha incrementado de forma dramática. El plástico daña la vida marina y se incorpora a la cadena alimentaria. Pero nuestro legado es eso, basura. Se endurecen las sanciones y las administraciones insisten en poner de manifiesto la importancia del reciclaje y de la conciencia medioambiental, pero el problema es nuestro, del ciudadano, del incívico que sigue apretando al planeta. Nuestro legado es basura.

@luisfeblesc