¿Es la política la gestión del carisma o la voluntad de servir?

¿Desde cuando nos convertimos en los instrumentos que utilizamos?

Ser eficaz no significa que seas gris.

No necesitamos un altavoz mediante el que multipliquemos por mil nuestros logros y precisemos de los apoyos mediáticos para sobrevivir.

En la empresa siempre se ha dicho que el mejor marketing es el que se hace boca a boca y se sostiene en el tiempo.

Engañar solo lo hacemos una vez. Defraudar es algo de lo que difícilmente te recuperas.

Los dones que tienen los gestores públicos son necesarios, exclusivamente, por su servicio a las personas.

No solo directamente, entregando rentas a cambio de reconocimiento, sino propiciando infraestructuras y servicios públicos sostenibles que necesitan las personas y las instituciones.

Si el Estado es incapaz de dar soluciones, al menos, debe propiciar que las puedan realizar la personas. Los Estados, la Administración Púbica, no deben dejar de ser una institución eficiente y flexible, capaz de dar soluciones en épocas de expansión y sobre todo, en época de crisis.

No consiste en vender esperanzas. Eso es complementario a la resolución de problemas.

Ya lo dice el refrán, atribuido a Julio César: “La mujer del César no solo tiene que ser honesta, sino también parecerlo.”

Tenemos que crecer, más allá del Covid. Más allá de la fragilidad puntual de la sociedad. Para ello, las propuestas deben encajar con las necesidades reales. Al final, no deben existir ganadores y perdedores, solo ganadores.

Los ingresos familiares y empresariales han caído drásticamente y vivir, cada día, cuesta más.