El Gobierno de Canarias presentará hoy en el Parlamento el proyecto de presupuestos que quiere debatir el martes de la próxima semana. Tres días parece poco tiempo para que los guanajos de la oposición las estudien, pero al enemigo, ni agua. Y total, lo bueno del teatro es que la realidad no importa. El Gobierno dirá que las cuentas son muy buenas. La oposición dirá que son muy malas. Es lo confortable que tiene el postureo: los guiones ya están escritos.

Nuestros gobernantes, que por algo se suben el sueldo, creen que salvarán el año que viene por las entregas a cuenta de la financiación autonómica, donde trincamos novecientos millones de años anteriores. Es pan para hoy y hambre para mañana. En el 2022 nos liquidarán este año desastroso y nos obligarán a devolver la pasta gansa. Pero aquí se vive al día. Patada para adelante y cuando llegue el futuro ya veremos. ¿Las cuentas canarias van a ser malas? Seguramente no. Tendremos más dinero que el año pasado. Porque los Presupuestos del Estado están dopados con miles de millones de fondos europeos y algunas cáscaras de papa de ese engorde artificial nos llegará a las islas. Pero como en el caso del cochino negro, estaremos engordando para la matanza.

Desde comienzos de este año estamos viviendo sueños que siempre se incumplen. Ilusiones políticas que la realidad se ha encargado de destrozar una y otra vez. Primero íbamos a salvar la temporada del turismo de verano. Y no la hubo. Y después la temporada de invierno. Y tampoco. Y ahora estamos en que a la vuelta del próximo año. Y ya veremos. Pero lo único que tenemos absolutamente seguro es que miles de trabajadores se están quedando ya sin empleo y que pymes y autónomos están cayendo como moscas. Que este año perderemos más de diez mil millones de PIB. Y que la agricultura y la industria se están escurriendo por el mismo sumidero que los hoteles y los restaurantes y el ocio.

El problema es que unos presupuestos autonómicos, por buenos que sean, no impedirán que caiga sobre nosotros el mayor desastre económico y social que ha vivido Canarias en su reciente historia. Y tampoco lo harán las inversiones y gastos del Estado, que ya conocemos, porque sin ser un desastre -que no lo son- no reflejan la dimensión del hundimiento de la economía de las islas. Con la desaparición del turismo se ha hundido nuestro gran sector productivo. Y lo que toca, cuando una sociedad no tiene oxígeno, es conectarla a un respirador. O sea, a una catástrofe, un rescate. Los que piensan que la actuación ordinaria sector público puede sostener a toda la sociedad, viven de otro sueño imposible que acabará en pesadilla. Se perderán en el debate de la perra chica. Porque no son capaces de mirar hacia la ola que viene. Se subirá el sueldo de los empleados públicos. Y los gastos corrientes. Como si no pasara nada. Y pensarán que están a salvo, pero será otro error. En ésta nos ahogaremos todos.

El recorte

Sorprendente declaración de Abreu. Cuentan que fue una declaración de “alto voltaje”. Javier Abreu, exconcejal socialista lagunero, había sido citado ayer como investigado en el caso reparos que presentó el actual edil, Santiago Pérez, contra Fernando Clavijo y otros responsables que fueron del ayuntamiento lagunero. Y Abreu, genio y figura, fue y habló. Y cómo sería la cosa que al final de su declaración la fiscal provincial, María Farnés Martínez Frigola, pidió a la jueza que se abrieran diligencias contra Santiago Pérez, el denunciante contra Clavijo, por un posible delito contra la Administración de Justicia. Según contó Abreu, Santiago Pérez le mandó mensajeros para que le sugirieran “que se portase bien en la declaración” si quería salir bien librado del asunto porque el objetivo “estrella” era Fernando Clavijo y no él. O sea, una cosa muy fea. La denuncia del primer caso grúas, finalmente archivada, tuvo la utilidad política de tumbar la candidatura de Clavijo a la presidencia del Gobierno canario y de hacerle salir por patas hacia el Senado buscando estar aforado y que le juzgaran en el Supremo, porque en las islas le estaban esperando en según qué tribunal local para vestirle de capuchino. En esta segunda edición, con una nueva denuncia contra Clavijo, aparece ahora la sorpresa. Javier Abreu, acusado por quienes fueron sus compañeros ideológicos, se ha despachado a modo y manera ante la fiscal y la jueza. A tal nivel que el denunciante, Santiago Pérez, podría acabar también declarando. Eso de llevar la política a través de los juzgados tiene sus riesgos. Y sus imprevistos.