Por lo visto, hemos deportado al olvido el desfigurado concepto que teníamos de la felicidad, y ahora somos el reposado vivir (que sin interrogantes) responde con agrado a lo sencillo. Y, además, sin la ardua fatiga de la pereza.

Los paseos (los de ahora) son la reflexión vivificante que corrobora que con muy poco somos felices. Poco a poco, nuestros ojos vuelven a brillar, pero no con las mismas cosas de antes; la desahogada libertad de lo sencillo es belleza inocente que no señala, y mucho menos, desfigura a nada ni nadie. Ya ven de qué sirve ser llanto enojado de vanidad, si a día de hoy, lo que más felices nos hace es ponernos un chándal. Junto a la sombra de la ironía, veo la boca abierta de los que siempre quisieron ser más que nadie, y los "pobres" a día de hoy son uno más. Qué putada tener un puñado de "cosas" y advertir que la alegría es el oficio de aquellos que convierten en bello lo incierto y se despierta con ganas de caminar.

Hace un par de días, no sé la razón, me desperté con un viento descontento. El mismo que no es cándido y que siempre nos sienta junto a la reflexión para hacernos pensar. La verdad, me produce inquietud ver que algunas personas (no muchas) son el rostro extenuado que rechazan ser el reflejo del sol; no, no podemos dejarnos vencer por el cansancio emocional y caminar igual que autómatas. Es necesario besar con ganas (además en los labios) a la disposición y reconocer que junto a la negatividad hasta la primavera es agreste. Pasear es el bálsamo que por el momento calma la angustia y nos dispone de esperanza para poder reencontrarnos con nosotros mismos y con nuestros semejantes. Por lo tanto: mejor con una sonrisa.

Pienso que junto al sudor gotea una parte de nosotros: inundemos las ciudades con nuestra esencia y seamos estímulo propio y ajeno.

Es importante comprender que la impaciencia enoja el espíritu. No, no es necesario correr si está en juego un combate con la muerte; lo apresurado adelanta acontecimientos pero no siempre recibe las respuestas que aguarda. Por lo tanto, debemos de ser cautos y no desesperarnos o ponernos nerviosos. ¡Todo llegará!

Los días en los que el pesimismo nos arrebate la voluntad, salgamos a pasear agarrados de la mano de Marc Chagall y seamos el milagro (que con fe o sin fe) agarra con fuerza la vida y no la deja escapar. Sí, en su cuadro El paseo lo pueden ver. Todos los enamorados (sonrío) hablan bajo y suave. Díganme: ¿aman la vida? Pues entonces, no es necesario chillar. Chagall dijo: "En nuestra vida hay un solo color, como en la paleta de un artista, que ofrece el significado de la vida y el arte. Es el color del amor". El arte es el lugar en el que se reúnen las emociones, y por lo visto, junto a lo delirante (muchas veces) está el color de los anhelos, sueños y deseos.

Todo aquello que no es confirmación de pretensión suele ser altura nacida con sinceridad, dispuesta a elevarnos con tibieza junto a lo auténtico.