La disminución en la llegada de turistas a Canarias es un hecho constatado. Que los que vienen gastan menos, también. Pero la guinda a este pastel envenenado se la están poniendo las huelgas y conflictos laborales en las compañías aéreas. Tenemos la negra. Y esto ya no es una situación puntual. Comienzan a darse demasiados factores negativos: la recuperación de otros destinos, el brexit, las huelgas y las rutas que suprimen las compañías aéreas. Se nos cierra el grifo.

Dependemos totalmente de los aviones y se nos ha montado, atentos, una huelga de los pilotos de British Airways (con vuelos ya cancelados en Canarias), otra prevista del personal de tierra de Iberia, la ya iniciada por los tripulantes de cabina de Ryanair, y la situación económica delicada de algunos touroperadores. Todo un panorama. Se nos junta todo. A perro flaco, todo son pulgas.

Sé que es complicado, porque el margen de maniobra es pequeño, y el Gobierno canario tiene poco que hacer en conflictos laborales de empresas privadas, pero por algún lado tendrán que ponerse las pilas para que el chiringuito no se venga abajo. Los síntomas son preocupantes. No sé cuál es el camino, si explorar e intensificar rutas con otras compañías, si incentivar las rutas y touroperadores o innovar en las campañas de promoción, pero algo hay que hacer, porque a día de hoy, pinta mal.