Este verano tengo amigos por Cerdeña y Toscana y millones de europeos desconocidos se despliegan por la costa azul, amalfitana, adriática, siciliana, por las islas griegas. La flota de yates decuplica la del desembarco de Normandía. La marcha de Mykonos, Ibiza, Porto Ercole con esa fruición de sexo, sol, mar, alcohol, cuerpos tallados, música constituye la expresión más alta del hedonismo europeo, a una escala nunca conocida, justo ahora mismo en el Mediterráneo. La tragedia del sur mediterráneo constituye la antítesis minoritaria del fiestón masivo del arco norte del mismo mar. Dos riberas con diferencias infinitamente superiores a las que divide el Río Grande. Los que cenan pescado del día, bebiendo finos caldos y antes miran el ocaso como una colonia de aves en lo alto del acantilado, para después irrumpir como príncipes y princesas en las discotecas, no son los pérfidos gobiernos europeos, sino ciudadanos muy corrientes, la mayoría solidarios y pro Open Arms.

Como muy bien dijo Antón Losada (pensamiento tuit y gracejo castizo-tabernario) desde el momento que pagamos impuestos la responsabilidad exclusiva de la solidaridad recae sobre los gobiernos. Tiene razón. Desde el siglo XIX, que en Escandinavia se ensayó aligerar al ciudadano de responsabilidades y deberes éticos, el Estado se hizo cargo de la solidaridad y asistencia, de tal suerte que se ha extirpado del ciudadano de la sociedad del bienestar la solidaridad empática, experiencial e interpersonal, la piedad, compasión, caridad, cuidados y protección (para eso Estado y sudamericanas). La muerte es ya un trámite administrativo. La anulación del individuo es obra de las ideas progresistas de adoración y sumisión estatista. Y delegación. Marx con suma alegría y perspicacia creyó lo contrario, en la autogestión personal de la vida con el comunismo. De la fiesta pecaminosa a un chasquido de virtud.

Un solo yate de las decenas de miles, fue a saludar a los emigrantes con agua y una pequeña compra de ultramarinos, el de Richard Gere. Teniendo en cuenta que el Open Arms tiene 40 años ¿cuántos Open Arms podrían comprar el actor y Bardem (escaparatista de la solidaridad) a su manera siempre sigilosa, rehuyendo figurar e ir de guays como hacen los progres invariablemente por algún designio divino? Estos dos actores del fastuoso Hollywood saben que el Mediterráneo tiene mucho más charme, glamour y es más fashion que Libia, Argelia y Níger o que México y Guatemala, fronteras y espacios inclementes. Además, puedes estar por la mañana en el Open Arms: mostrarte, y cenar en Capri.