Se avecina nueva mudanza de la escultura del santo andariego y escritor José de Anchieta. Su traslado, aunque todavía no confirmado oficialmente, está previsto en el proyecto de construcción de una pasarela en la rotonda donde se encuentra ubicada, al que acaba de referirse el nuevo presidente del Cabildo Insular, Pedro Martín.

El 28 de octubre de 1960, con el monumento todavía a bordo del trasatlántico Cabo de San Vicente, que lo había traído de Brasil, su autor el gran artista brasileño Bruno Giorgi (Mococa, São Paulo, 1905-Rio de Janeiro, 1993) recorrió nuestra ciudad con el alcalde Benítez de Lugo y eligió, para situarlo, un amplio óvalo de césped en la confluencia de la autopista del norte con la avenida de la Trinidad. Pero en apenas una década, aquella zona experimentó una transformación radical. El incremento de la circulación demandó el ensanchamiento de la TF-5. Desapareció la atinada instalación de Giorgi, la recreación plástica del simbólico adiós del adolescente Anchieta a su ciudad natal en el momento en que iniciaba el camino que lo inmortalizaría.

Una nueva ampliación de la autopista, un cuarto de siglo más tarde, obligó a soterrar el lugar donde se hallaba el monumento. Sobre el túnel se construyó la glorieta actual y la estatua se colocó en su eje. Se alejó más aún de su contemplación. Pero más grave fue, según los expertos, que se intensificara el mal que la viene afectando, por los humos de los vehículos.

El profesor titular de Escultura de la ULL doctor Tomás Oropesa Hernández, especialista muy cualificado en la materia, denunciaba en 2014 (El Anchieta de Bruno Giorgi, revista Anchiétea, nº 2, pp. 155/165) "los altos índices de polución" que están "incrementando el proceso de deterioro de la estatua", porque "la corrosión de los metales es uno de los grandes problemas que provoca la contaminación", y el intenso tráfico rodado genera "una alta exposición a diferentes agentes químicos y medioambientales que dañan y alteran la composición del bronce, así como la pátina que cubre la superficie del metal".

Las declaraciones del profesor Oropesa cayeron sin embargo en saco roto. Prevaleció la falaz idea de que el bronce resiste la corrosión y la efigie no está en peligro. Pero quienes se han arriesgado a contemplarla de cerca aseguran que ya muestra grietas y signos de deterioro muy alarmantes.

Salvo el primer emplazamiento, el monumento nunca tuvo, desafortunadamente, el que demandan sus excepcionales calidades plásticas y alta significación. La ubicación actual, en un nudo de tráfico muy intenso y contaminante, además de dañarlo dificulta que se aprecie su belleza y extraordinaria categoría artística, uno de los fines primordiales de toda escultura urbana, ni es el espacio cimero para exaltar su grandeza, la de un tinerfeño insigne y su asombrosa obra evangelizadora, literaria y humanística, la de primer poeta y primer dramaturgo que nació en Canarias, padre asimismo de la literatura brasileña y autor de realizaciones trascendentales en campos como la botánica, la lexicología o los derechos humanos y como cofundador de grandes urbes (São Paulo y Rio de Janeiro).

Si el espacio previsto para reubicarlo es, como se asegura, el actual aparcamiento de la Facultad de Biología de la ULL, al otro lado de la TF-5, sería en opinión de muchos -también de este cronista- un despropósito, un nuevo desaguisado. Otros, sin embargo, parece que se conformarían, con tal de elevarlo algo más sobre el suelo?

La disparidad de opiniones aconseja verificar ante todo el estado real de la escultura y el grado de deterioro, para luego estudiar su recolocación; que especialistas solventes propongan lugares idóneos, preferiblemente dentro del ámbito histórico de la ciudad, un espacio seguro, libre de contaminaciones nocivas y con la dignidad que reclama la grandeza del santo escritor, teniendo presente que la efigie es propiedad del pueblo de La Laguna.

Uno de los monumentos públicos de más alta categoría artística de Canarias se encuentra totalmente desprotegido, alejado del área de la ciudad declarada patrimonio de la humanidad por UNESCO y sin el reconocimiento de BIC de la Comunidad Autónoma.

*Cronista oficial de San Cristóbal de La Laguna