"Tras tantos años de trabajo por los derechos humanos, hoy se ha cumplido mi sueño". Lo subrayó el investigador y humanista francés Jacques Cousteau en Tenerife el 26 de febrero de 1994, durante la firma histórica de la Declaración Universal de los Derechos Humanos de las Generaciones Futuras en la Universidad de La Laguna (ULL). Lo que seguramente nunca deseó Cousteau, que falleció tres años después de aquel acontecimiento, es que la conocida como Declaración de La Laguna permaneciera tan vigente y siguiera siendo tan necesaria 25 años después.

Pero el mundo no ha cambiado lo suficiente. Incluso, ha ido a peor, sobre todo en los puntos en los que incidieron aquellos 14 artículos que pusieron a Canarias como capital mundial de la paz, la concordia y el cuidado del medio ambiente. Los conflictos bélicos y la vulneración de los derechos humanos más básicos se multiplican, de la misma manera que crece la preocupación por los efectos catastróficos del calentamiento global. Si Cousteau levantara la cabeza?

No por ello hechos de este tipo dejan de ser necesarios para generar, por encima de todo, una reflexión profunda y consciencia sobre los mínimos que deben respetar los pueblos para un desarrollo sostenible y ético de la humanidad. Por todo eso y por el aniversario, la Universidad de La Laguna, en el marco del Campus América que desarrolla en este momento, ha decidido recordar aquel acto que reunió a expertos de primer nivel internacional en la Ciudad de los Adelantados. El pasado viernes, la institución lo celebró por todo lo alto, como se merecía.

El equipo de Cousteau y Federico Mayor Oreja, que era en aquel año 1994 director general de la Unesco, fueron claves para que la Universidad de La Laguna acogiera la firma de esta Declaración con repercusión mundial. También lo fue la total involucración de la entonces rectora, Marisa Tejedor, que recuerda aquel momento como una experiencia inolvidable. También es verdad que era un momento oportuno para que la institución educativa organizase un acto de semejante envergadura: ese año, la ULL celebraba los 200 años de su constitución.

Durante dos días, el 25 y 26 de febrero de 1994, los expertos debatieron los artículos hasta aprobar un texto claro, sencillo y contundente, que defendía el cuidado de la naturaleza como bien primordial de los pueblos, la libertad, el derecho a conocer los orígenes, la conservación de los bienes culturales y patrimoniales, la intangibilidad de los derechos humanos, la paz y la lucha contra cualquier discriminación.

Un cuarto de siglo después, hay más razones incluso que entonces para defender aquellos principios y exigirlos a cualquier sociedad. Lamentablemente, los avances no son los que hubieran querido los intervinientes. Más bien todo lo contrario, se han ido acumulando los retrocesos en un mundo que necesita declaraciones como la de La Laguna para recordar -nunca está de más- los principios básicos que deben presidir cualquier sociedad que aspire a la concordia, al desarrollo y a disfrutar de un medio ambiente lo más puro posible.