Ciudadanos recordó ayer, en nota enviada a los medios canarios, que no apoya a candidatos imputados. En realidad, es lo que han venido diciendo desde el inicio de la campaña, insistiendo en ello cada vez que les han puesto un micrófono cerca: Fernando Clavijo no contará con el voto de Ciudadanos para seguir en el Gobierno. Lo cierto es que Clavijo sólo precisa el voto de Ciudadanos si optara a la Presidencia, cosa que dejó de hacer desde el mismo momento en que se la ofreció a Asier Antona. Para ser vicepresidente del Gobierno, que es -parece- lo que quiere el señor Clavijo y lo que pactó con Antona y con la dirección nacional del PP, no hace falta que Ciudadanos vote nada. El nombramiento de los miembros del Gobierno es responsabilidad exclusiva del presidente, no se vota, ni se somete a la autorización parlamentaria. Otra cosa es que Ciudadanos diga que no apoyará a Antona en el caso de que éste quiera nombrar a Clavijo, y obligue a Antona a firmar eso en un papel. Que podría perfectamente querer hacerlo. Y Antona negarse. O no, porque lo curioso de todo esto es que la oportuna nota de Ciudadanos recordando sus principios fue -más que alentada- solicitada expresamente por Antona, en una de esas curiosas jugadas al descuido que caracterizan su forma de hacer política: acuerda en Madrid una cosa, y conspira en Canarias para conseguir justo la contraria. No es que no quiera ser presidente, es que quiere serlo sin tener que soportar a Clavijo al lado.

Pero mientras Asier amaga en los bordes, los demás no se quedan quietos: el PSOE intentaba ayer reaccionar al desmantelamiento del pacto de izquierdas, prometiendo a Nueva Canarias enmendar las traiciones de Telde y Santa Lucía. También Coalición negociaba al mismo tiempo garantizarle a Nueva Canarias el poder municipal que les quitó el PSOE, más la seguridad de no perder el Cabildo grancanario y la oferta de incorporar a los hermanos nacionalistas en el Gobierno de Antona, haciendo irrelevante el voto naranja. Una opción complicada, pero no imposible.

Ahora la situación está en fase de hervor, como suele ocurrir cuando apenas faltan unas horas para el desenlace: el pacto PP-Coalición se sostiene muy delicadamente sobre tres premisas: las ganas de Antona de ser presidente, la decisión del PP nacional de sostener un acuerdo por la derecha y lo que pase en Santa Cruz de Tenerife, dónde Patricia Hernández, sin contar con mayoría, anunciaba ayer su intención de concurrir a la Alcaldía. Jugaba de farol, para desquiciar aún más a Bermúdez: pero la abogada Matilde Zambudio se comprometió con los suyos a acatar las instrucciones de Madrid de no reventar el pacto por la derecha, y -al menos- abstenerse en la votación. Si lo hace, Bermúdez será alcalde en segundas, y el pacto de centroderecha será posible.

Pero este partido no sólo se juega en Santa Cruz. Depende -y mucho- de lo que ocurra en Telde -territorio romaní- y San Bartolomé de Tirajana, donde Marco Aurelio está cerca de recuperar su opción a la alcaldía. Esa y las demás alcaldías se deciden mañana, y descoser lo ya cosido y volver a recoserlo exige habilidad y cuidado. Sobre todo cuando hay quienes dicen estar cosiendo en pespunte plano, cuando lo hacen en costura solapada. Un arte de aguja palmera.