Me vienen a la memoria recuerdos secretos de mi infancia, las tardes y noches con mi padre en el cine, que le encantaba y él me aficionó a ello. Me fascinaba ver dos películas la misma tarde, salíamos de una y entrabamos en la siguiente, y así si la primera no nos gustaba mucho, siempre conservaba la ilusión de pensar cómo sería la segunda; vivencias que siempre permanecen.

No puedo olvidar una película, Viaje al centro de la Tierra, qué recuerdos? qué necesidad tenemos constantemente del centro, de buscarlo, de estar en él, siempre estamos en búsqueda de ese equilibrio que tendemos a perder.

Dicen que el secreto está en saber perderse y así saber volver; que perder el equilibrio es sencillo y natural, mientras identifiquemos la ruta de vuelta. Para ello, es importante que nuestros momentos de ensimismarse sean cortos y que procuremos estar en acción. ¿Por qué digo estar en acción? Porque es fácil permanecer en una emoción, y esa emoción nos termina generando un estado emocional; si no la gestionamos adecuadamente para que entre en nosotros y la empujemos a salir, pues permanece. Imaginemos la ira, la furia, la tristeza convertida es un estado más o menos permanente?

El centro es donde nos gustamos, donde nos encontramos bien, donde somos nosotros, donde encontramos nuestra esencia, donde disfrutamos, a donde todos se acercan, donde somos coherentes, donde generamos identidad, donde encontramos sentido a la realidad, donde nos hacemos fuertes, donde vibramos, desde donde conectamos, donde seducimos.

Es fácil perdernos y, alejados de nuestro centro, tomamos decisiones en ocasiones alejadas de nuestro valor, lo que hace que cambiemos la visión; y en la siguiente decisión que tomamos nos alejamos aún más, y así entramos en esa espiral alejada cada vez más de nosotros. Llega un instante en el que te dejas de gustar, y te pierdes, te das la vuelta y no sabes volver.

Y ¿qué tendemos a hacer? Seguir es lo más sencillo, seguimos en el trabajo, en la política? Suelo comentar siempre que lo que más me apasiona de mi trabajo en el liderazgo político es la conexión de la persona con sus valores iniciales, con aquellos que le impulsaron a entrar en política. Siempre me fascina la sonrisa de las personas cuando te responden a esa pregunta mágica, es el descubrimiento de tomar conciencia de que todavía siguen ahí, cuando creían que esos valores iniciales estaban perdidos.

Todos tenemos necesidad de encontrarnos, en todos los ámbitos de nuestra vida, incluso en la política. Recuerdo a un profesor de comunicación política que nos comentaba y nos hablaba sobre la evolución de los partidos políticos en España -quizás de las tendencias mas populistas- y nos decía que "no se puede estar enfadado toda la vida", que surgen movimientos nuevos, reivindicas y después queda un residual, y seguramente surgirán otros y volverá a producirse el mismo ciclo. El ser humano quiere y busca centro, un centro equilibrado, así es.

La crispación es el antídoto de la seducción. Y el liderazgo político tiene un componente muy grande de seducción. Las tendencias situadas en los polos opuestos no tienen una hoja de ruta larga, tiene una explosión y con posterioridad el residual que permanece, porque los ciudadanos son personas, con necesidades, quieren ser felices, quieren una vida mejor para sus hijos, sus padres, un retiro que les permita disfrutar y ver crecer a sus nietos, viajar, sentir que la vida les recompensó; y la lucha titánica cansa, la furia agota, las personas nos movemos en un amplio abanico de grises, y no somos puros blancos o negros.

A veces, nos sorprenden los resultados electorales, y quizás deberíamos preguntarnos por la razón de nuestra sorpresa. Ésta se produce porque no estamos conectando con las necesidades de la ciudadanía. Propongo hacer política desde la ciudadanía más que para la ciudadanía, porque cambiaremos nuestra visión, nuestra realidad, para poder observar otras realidades y responder a esas necesidades existentes.

La ciudadanía nos está impulsando a un viaje al centro, por ello se revela y se inclina a los extremos, no le damos lo que necesita y es su forma de reclamar. Ensanchemos el centro, así generaremos espacios y capacidad para acoger a muchas personas, practiquemos el 80/20 de la comunicación política: un 80% de nuestro discurso dirigido a nuestras propuestas (al para qué me tienes que apoyar a mí, a mi proyecto, a lo que me hace diferente de los otros, a lo que yo te puedo aportar a diferencia de otros), y exclusivamente el 20% restante a la critica, al cuestionamiento.

Cada vez votamos menos por ideología y más por liderazgo, y en las elecciones municipales esta teoría sostiene la base de las estrategias de campaña. Quedan escasos días para el día D y queda muchísimo por hacer, diría que todo, grandes oportunidades para los candidatos y los partidos. El comportamiento del votante en la política municipal es capaz de romper encuestas y estimaciones, ahí nos inclinamos por darle nuestro apoyo a una persona, no a unas siglas.

Gana la identidad, la coherencia, la responsabilidad, la diferencia, a quienes las personas consideren capaz de sacar sus necesidades adelante, y para ello hay que escuchar? El secreto de esta nueva forma de hacer política, viajemos desde tu centro al centro de la ciudadanía, y desde ahí ¡lideremos¡

*Psicóloga. Coach Político. CEO ETIK

@EtikMaite

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