Seis días después del triunfo, por fin, de Pedro Sánchez en las urnas las dudas ganan a las certezas... Al PSOE no le salen las cuentas. Las probabilidades de cerrar un pacto son altas, pero la mezcla de siglas que se aglutinarían en torno a él no son una garantía de estabilidad. Y es que salvo que Sánchez y Rivera tengan atada una alianza que no van a anunciar hasta después del 26M, el resto de las combinaciones tienen sus riesgos. Rojos y naranjas se han negado más veces que Pedro a Jesucristo en el patio de la casa de Caifás... Ven como la majadería de Pablo de Tarso (perdón, Pablo Iglesias) con la frasesita: "¿Pedro, dime si vas a pactar con Ciudadanos?" no era nada casual.

Sánchez ha colocado al PSOE en la posición más centrada de su historia. A su derecha tiene a un partido agonizando -el PP está en una encrucijada parecida a la que ya vivieron UCD o AP-, a una formación que ha pescado en río revuelto y a la ultraderecha española del siglo XXI. A su izquierda aparece un partido con serias anomalías en su funcionamiento interno (Unidas Podemos) y otros posibles socios que están más por separar que por unir. Ese es el laberinto en el que anda metido el futuro presidente. Sí. Pedro Sánchez volverá a residir en Moncloa, pero antes tendrá que tirar de la calculadora a ver si votito a votito -incluidos los dos de CC- cierra el círculo.