ÓSCAR IZQUIERDO, Presidente de Fepeco

La sostenibilidad tiene que estar en las prioridades de cualquier política, especialmente en Canarias, ya que por nuestros condicionantes físicos, archipelágico e isleño en medio del Atlántico, supone una riqueza que tenemos que conservar. Nuestro territorio es limitado y la construcción es una actividad irrenunciable, por lo es prioritario implementar medidas para conseguir una simbiosis, donde lo constructivo añada valor al medioambiente, en servicio a las personas. Porque la construcción sostenible significa mejora de la calidad de vida y mayor bienestar, además de propiciar la mejor política social, que es la creación de empleo. No debemos caer en el simplismo, que además es muy perjudicial, de pensar que no se puede tocar el territorio, al contrario, su utilización tiene que ser bajo la premisa del respeto, para que sirva al ser humano. El ecologismo, ideológico y fundamentalista de los ecologistas, perjudica más que beneficia.

Hay que construir sobre lo construido, que es la reforma y la rehabilitación, tanto de lo público, como de lo privado. Sumándonos a la economía circular. El desarrollismo urbanístico es ineficaz y perjudicial, incluso para el propio sector, porque hay que ir a una construcción basada en la demanda y necesidad de las personas y de la actividad económica. Todo el mundo tiene el derecho a tener una vivienda digna y para eso primero hay que construirla. Hace falta más diálogo entre todos los agentes sociales, empresariales y políticos, para conformar aquella política de vivienda que dé respuesta a lo que se necesita, en algunos casos imperiosamente. El déficit de viviendas en Canarias se soluciona construyéndolas, porque es un derecho fundamental y una necesidad básica de cualquier persona.

Todos queremos a nuestra tierra, aunque cada uno desde la cosmovisión personal que tenga. En cuanto a las carreteras hay que ejecutar aquellas que son estructurales para un desarrollo dinámico de la movilidad y de la actividad económica. No se trata de poner un carril más todos los años a nuestras autopistas, sería un graso error, pero si poner aquellos carriles que permitan después establecer unas políticas valientes y eficaces de movilidad, tanto de personas como de mercancías. Tenemos que contar con unas vías seguras, eficientes y sostenibles, que sirvan para vertebrar territorio y unificar la sociedad. Las carreteras no son un fin en sí mismas, sino son un medio. Lo que ha pasado en Tenerife es que, en las últimas décadas, no se ha ejecutado casi nada y así hemos llegado a una situación insostenible, caótica y crítica. Tenerife es una isla atascada, inmovilizada y parada. No cuenta con las infraestructuras necesarias para un desenvolvimiento armónico, de las personas y las empresas. Las políticas de carretera y movilidad en la Isla han sido el gran fracaso de los responsables públicos en las últimas décadas, porque sencillamente no han existido. No han podido hacerlas por soberbia y no escuchar a los que tienen algo que decir al respecto, aunque solo sea por el mero hecho de ser profesionales de la construcción de carreteras. Cualquier territorio que quiera asegurarse un desarrollo sostenible, primero tiene que contar con las infraestructuras viarias, aeroportuarias e hidráulicas oportunas, que aseguren ese crecimiento.

En cuanto al tren, no creo que sea una infraestructura adecuada para la Isla, poniendo en marcha las carreteras necesarias y después implantando unos planes de movilidad adecuados, no es necesario embarcarse en esa infraestructura ferroviaria. Más aceptable y por supuesto mucho más eficaz podría ser la construcción de un tranvía entre San Isidro y Guía de Isora, para de esa manera descargar el tránsito rodado en la zona. Lo del tren parece más otra obra faraónica y emblemática de los políticos que quieren pasar a la historia, grandes obras faraónicas y emblemáticas, de las que tenemos algunos ejemplos en Tenerife, que sólo han servido y quieren servir para la mayor gloria y recuerdo del político de turno, ese no es el camino.

Hay que implicarnos todos en que no se puede ir con el coche a todas partes, para eso debe haber un transporte público puntual, moderno, eficiente y barato. Las guaguas tienen que ser el vehículo de preferencia y para eso se necesita cambiar el modelo actual, obsoleto e ineficaz. Implantar horarios adecuados, paradas estratégicas, asiduidad continua, puntualidad espartana, cómodas, modernas y con precios asequibles y disuasorios al gasto del coche, son claves para que los ciudadanos se sientan atraídos por el transporte público. Tenemos que concienciarnos en que la utilización del vehículo privado tiene que ser racional, sin egoísmos de comodidad.