Con la llegada de agosto, hemos vuelto al Arconia. El emblemático rascacielos imaginario de Nueva York regresa a nuestras pantallas para plantear un nuevo misterio. La tercera temporada de Solo asesinatos en el edificio se ha estrenado esta semana en Disney Plus con pretensiones de culminar por todo lo alto una historia que empezó hace tres años. Y es que Steve Martin, uno de los tres protagonistas junto a Martin Short y Selena Gómez, tiene la intención de retirarse una vez acabada la serie. Sería la guinda del pastel de su carrera que ha tenido, gracias a esta nueva producción, un pequeño renacer tras haber pasado años estancada. Una trayectoria que ha ido casi en paralelo a la de Martin Short, con quien ha compartido cartel en otras comedias de la gran pantalla. Pero la serie no sólo vive de la nostalgia de esas antiguas películas. Hay toda una brecha generacional entre su público, porque para una parte de ellos es la serie de Selena Gómez.

El trío protagonista se ha convertido en una especie de Jessica Fletcher, aquella escritora de novelas de misterio que interpretara Angela Lansbury en Se ha escrito un crimen, que siempre que aparecía era señal de que alguien iba a morir. Los tres unen sus caminos para investigar un asesinato y hacer un podcast sobre sus avances. Así, año tras año han ido saltando de un crimen a otro, que se resolverá al viejo estilo de las novelas de Agatha Christie. El secreto del éxito de esta serie es esa mezcla de misterio y comedia, que se dan la mano en un título fresquito, perfecto para los días de una temporada estival que está siendo especialmente calurosa.

La trama arrancó en el verano de 2021, casi como una broma entre amigos, sin mayores pretensiones que las de arrancar una sonrisa. Pero dado el nivel de las personas que había implicadas, tarde o temprano era inevitable que se convirtiera en algo mucho mayor. Desde Shirley McLaine Sting. La serie siempre ha contado con un plantel de personajes secundarios de lujo, pero es este año el gran fichaje ha sido el de Meryl Streep. No es ni la primera vez que la vemos en papeles de comedia, ni en una serie de televisión, pero es una incorporación lo suficientemente potente como para ser destacada. Hace mucho que alguien debió decirle a Streep que tenía que soltarse la melena, después de haber cimentado su carrera con personajes demasiado serios. Desde los noventa, de vez en cuando nos muestra su faceta más cómica. La última vez fue en No mires arriba para Netflix. Y tampoco se puede decir que el mundo de las series le fuera desconocido. Uno de sus primeros éxitos fue precisamente en el medio televisivo en 1978, en la miniserie Holocausto, ambientada en la Alemania nazi. Con el tiempo, su estatus de gran estrella hacía que los presupuestos de cualquier producción televisiva se dispararan si querían contar con ella. Pero la televisión hoy en día cuenta con muchos más medios.

Con un fichaje de este calibre, esa faceta de detective que todos los espectadores llevamos dentro nos hace colocarla en nuestras quinielas como la sospechosa número uno para ser la asesina. Nos negamos a creer que venga para hacer un papel puramente secundario. Alguien como ella no se merece menos. Pero también su papel en la segunda temporada de Little big Lies lo prometía todo y al final se disolvió como un terroncillo de azúcar. Con sólo dos episodios emitidos, de los cuales sólo aparece en uno, es pronto para saber si se limitará a ser una sospechosa más en la lista, o la asesina oculta, cuya identidad no se revelará hasta el último episodio. Pero es que en esta serie hemos tenido una larga lista de sospechosos fallidos que han hecho papelones. Y con alguien de la talla de Meryl Streep, no esperamos menos.

La otra gran artista invitada de esta temporada, Paul Rudd, ha sido la víctima. Y con esto no estoy haciendo ningún spoiler porque el crimen de su personaje fue como terminamos la temporada anterior, sin que le hubiéramos visto antes en ningún capítulo, y de la manera con la que arrancan estos nuevos episodios. El actor interpreta a uno de esos cretinos despreciables de ego subido, con los que es inevitable sentir cierta empatía hacia la persona que lo asesinó.

No cabe duda de que Solo asesinatos en el edificio se ha convertido en uno de los mayores éxitos de los últimos años, con gran aceptación entre crítica y público. Por lo que no era raro que pronto le surgieran imitadores. Otro de los títulos de este verano que se han sumado a esto de mezclar misterio y comedia de una manera resultona es El resort, producción salida de la factoría de Sam Esmail, creador de series como Mr Robot o Homecoming. Escribe el guionista Andy Siara, que se puso en el radar muchos aficionados con Palm Springs, una película que trataba de recoger el testigo de Atrapado en el tiempo, con una pareja atrapada en un bucle temporal.

El Resort es una serie del canal Peacock, disponible en España en Movistar, que nos narra el drástico giro que da el viaje por la paradisiaca península del Yucatán de una pareja que celebra su décimo aniversario de bodas cuando se encuentran con una pista que podría ayudar a resolver un misterio de hace quince años. Los protagonistas son Cristin Milioti, la misteriosa madre de Cómo conocí a vuestra madre, y William Jack Harper (The Good Place) y no tardamos mucho en descubrir que su matrimonio no es tan idílico como intentan hacerse creer y su felicidad parece más falsa que la de esos posados de amplias sonrisas que se ven en Instagram y que son eso, pura pose. Ambos fingen que no pasa nada, pero la relación quedó muy tocada tras un embarazo fallido. Durante una excursión por la selva, la mujer encontrará un viejo teléfono móvil entre la vegetación, averiguando que perteneció a un adolescente que desapareció en la zona junto a otra joven hace quince años. Ambos se alojaban en un hotel que fue arrasado tres días después por un huracán. Posiblemente el desastre natural pudo ser el escenario perfecto para encubrir lo que quiera que les ocurriera a estos jóvenes. Las ruinas de la antiguamente fastuosa construcción se convierten en un lugar tan fantasmagórico como esos teléfonos que no tenían WhastApp y sus cámaras hacían imágenes muy pixeladas y que ahora son la clave del misterio. La serie juega con el hecho de que muchos vemos el año 2008 como algo relativamente cercano en el tiempo y han pasado muchas cosas desde entonces que han cambiado totalmente la forma de vivir y de ver el mundo. Por lo pronto, no había ni redes sociales.

El matrimonio va reconstruyendo los últimos días de los jóvenes desaparecidos, al mismo tiempo que a modo de flashbacks vamos viendo lo que les ocurrió en ese mismo escenario quince años atrás. La resolución de este misterio se convierte en la clave para que los dos protagonistas puedan superar su crisis matrimonial, del mismo modo que los protagonistas de Solo asesinatos en el edificio tratan de desenmarañar esos crímenes para superar sus propios traumas personales. Como para los espectadores, esclarecer este misterio les puede llevar a su propia catarsis personal. Pero El resort también coge la idea de ricos con problemas en el paraíso de otra serie que en su día también era de las que proponían misterios de verano como fue The White Lotus, que se estrenó en HBO la misma temporada estival que el pelotazo de Martin, Short y Gómez. La segunda temporada ya no llegó en verano, y la tercera, que se rueda en Thailandia, ya veremos cuándo podremos verla.

El detective que tenemos en nuestro interior hace que no tardemos en imaginarnos que la pareja de desaparecidos de El Resort se topó en el camino de algún clan salido de Narcos, pero la serie sabe jugar con darnos otra cosa muy distinta a lo que nos esperábamos, aunque sus guionistas no nos las prometieron en ningún momento. Sólo supieron jugar con nuestros prejuicios. Y así, un misterio de trhiller pasa a convertirse en una aventura más del tipo Indiana Jones. Salvando las distancias claro, que aquí nos movemos con presupuestos más modestos. La investigación de los protagonistas de El resort queda más o menos cerrada al final de los ocho episodios de esta primera entrega, pero con los suficientes cabos sueltos como para que alguien pueda decidirse a dar luz verde a una segunda temporada.

La positiva acogida de esta serie ha sido al menos una buena noticia para la productra de Esmail que ha visto como poco antes del verano Apple cancelaba la ambiciosa revisión que el showrunner estaba llevando a cabo de Metropolis, el clásico de Friz Lang, y que llevaba siete años preparando. La incertidumbre en la industria que está causando la huelga de guionistas, que supera ya el centenar de días, motivó que finalmente Apple sacara la guillotina y cortara por lo sano antes de que comenzara el rodaje. Y es que el verdadero misterio de este verano es saber cuánto durará la huelga.