Pacto en Andalucía, Guerra en Madrid

El acuerdo de Doñana abre una vía de agua en la oposición de Feijóo a Sánchez

La imagen de acercamiento entre el Gobierno y la Junta es impensable a nivel nacional o con otras comunidades como Madrid

La vicepresidenta tercera del Gobierno, Teresa Ribera, junto al presidente de la Junta, Juanma Moreno.

La vicepresidenta tercera del Gobierno, Teresa Ribera, junto al presidente de la Junta, Juanma Moreno. / Raúl Caro

Paloma Esteban / Isabel Morillo

Cuando no han pasado ni dos semanas desde que Pedro Sánchez saliera investido presidente con el apoyo de todos los partidos nacionalistas e independentistas del Congreso, el Gobierno y la Junta de Andalucía, liderada por el popular Juan Manuel Moreno, sellaron un acuerdo político de máxima relevancia en torno al Parque Nacional de Doñana. El asunto llevaba enquistado muchos meses, amenazaba con volverse en contra del Ejecutivo andaluz si la Justicia y la propia Unión Europea terminaban interviniendo y, además, necesitaba una salida para todas las partes. 

El pacto alcanzado implica una imagen de acercamiento impensable a nivel nacional o con otras administraciones autonómicas como la de Madrid, y anticipa las dificultades que el PP tendrá para sacar adelante una labor de oposición cohesionada. Precisamente, el mismo día del acuerdo de Doñana, Isabel Díaz Ayuso empezaba otra guerra por el nuevo Plan Hidrológico del Tajo “que busca rendir a la región de sed”. Unas horas después llegaba el último enfrentamiento por la inauguración de la variante de Pajares, una nueva conexión de alta velocidad entre Madrid y Asturias, a la que Ayuso no está invitada este miércoles. “No invitaremos nunca al Gobierno a los actos de la Comunidad”, respondían en su entorno.

Lo que queda claro es que la fotografía que dejó Andalucía este lunes, una clara sintonía entre la vicepresidenta y ministra para la Transición Ecológica, Teresa Ribera, y el presidente andaluz —que compartieron paseo ante las marismas, prismáticos, y hasta coche en dos ocasiones— ha impactado de lleno en el arranque de la nueva legislatura en la que los populares apostarán por una ‘oposición dura’ en el Congreso. El reciente nombramiento de Miguel Tellado, ‘hombre fuerte’ de Alberto Núñez Feijóo en Galicia, confirma que ese será el tono.

El propio Feijóo lleva días insistiendo en la misma idea: “Cuando los independentistas fallen, que Sánchez no mire al PP”. La única excepción que hace unos días verbalizó es la lucha contra la violencia de género, donde garantizó que su partido siempre estará. Ese pacto de Estado es el que el único que ven salvable.

El entendimiento con los socialistas, reconocen en Génova, “es imposible” en el resto de ámbitos. Tras la foto de Doñana, en la dirección nacional defienden la autonomía política de todos los gobiernos regionales, también el andaluz; pero no esconden que en este momento no hay símil posible en la política nacional. Y admiten que gestionar su oposición será complicado en algunos momentos en los que sus gobiernos autonómicos se sentarán a hablar con el de Sánchez. Como publicó EL PERIÓDICO DE ESPAÑA, del grupo Prensa Ibérica, después de que se conociera el acuerdo entre el PSOE y ERC, la condonación de deuda también puede abrir otra vía de agua en la postura que vaya a mantener el PP. Sobre todo, porque hay comunidades muy afectadas.

La estrategia de Moreno

El presidente Moreno no va a dejar de morder al PSOE y a Sánchez en un momento de fuerte descontento social en la calle a causa de la amnistía y otros pactos con los independentistas. El líder del PP andaluz no piensa dejar de izar la bandera contra el agravio, que tanto rédito da en esta comunidad, pero entiende que para hacerlo con más credibilidad tiene que llegar a acuerdos cuando interese a su región. Doñana era un caso claro. La salida era muy fea y el presidente estaba atrapado. Aprobar de la mano de Vox, eso ya a Moreno le disgusta, una proposición de ley del regadío que iba a ser recurrida al Tribunal Constitucional y que iba a activar severas multas desde Bruselas le pasaría factura.

Este miércoles, cuando Moreno asuma su primer debate del estado de la comunidad de esta legislatura, retomará su perfil duro contra Sánchez. Lo hará con dos bombas desactivadas frente a la oposición. Doñana, con todas las críticas de la comunidad científica y los organismos internacionales resueltas; y el hecho de que nadie le podrá decir que su principal ocupación es confrontar con el Gobierno de la nación. Ese mensaje en su contra de que solo mira a Madrid y tiene a Andalucía abandonada, y que tanto defiende la izquierda, se desinfla. Al margen de Doñana, el presidente andaluz compartió con Ribera excursión, coche oficial y conversación: su preocupación por la sequía, su paso por el Comité de las Regiones la pasada semana en Bruselas, su inquietud por el impacto del cambio climático..."Dos dirigentes políticos deben de poder hablar de problemas comunes", defienden.

Es cierto que haber sido el primer presidente autonómico del PP en sellar un acuerdo con el Gobierno no es baladí. Siguiendo esta dinámica, se puede adivinar que si llega el momento y el Ministerio de Hacienda presenta a Andalucía una cifra que se acerque a los 17.000 millones que pidió Moreno, la comunidad se sumará a la quita de deuda diseñada para Cataluña. El andaluz es uno de los principales arietes de Feijóo, pero primará el interés de la gestión para los andaluces. “El presidente no piensa en un salto nacional, no hace política para liderar ninguna oposición, él está centrado en Andalucía”, repiten los suyos.

Liderar la oposición… con muchos gobiernos

En realidad, Feijóo entró de lleno en el conflicto de Doñana hace meses cuando acusó a Ribera de “mentir” sobre una conversación que ambos mantuvieron con la intención de desbloquear la situación. La vicepresidenta explicó en una entrevista con EL PERIÓDICO DE ESPAÑA que su objetivo era que Feijóo “ayudara”, pero que éste “respondió que él no quería saber nada”. El líder gallego también se quejó de que la vicepresidenta “frivolizara” con el problema de la sequía en España y consideró que su Ministerio “jugaba con las mil familias” que dependen de la agricultura en ese enclave. 

A esta posición tan dura sobre el Parque Natural, que en el caso de Feijóo nunca se recondujo, se une el enfrentamiento que en las últimas semanas ha ido a más entre PP y PSOE por todos los frentes: el pacto de investidura de Sánchez con la ley de amnistía en la mano y, ahora, la política exterior a raíz del viaje del presidente a Oriente Próximo. No hay un solo tema que haya acercado posturas. Todo lo contrario.

Sobre lo primero, el PP está decidido a llevar la batalla hasta el final. La estrategia ahora pasa por internacionalizar la futura ley de amnistía y que las elecciones europeas del año que viene se conviertan en una especie de plebiscito contra Sánchez y sus pactos. Este lunes Feijóo participó en unas jornadas del PP europeo, que actuaron como pistoletazo de salida de esa precampaña en la ciudad de Barcelona, donde contó con el apoyo de los principales dirigentes de la familia conservadora. 

Esas elecciones son clave para Feijóo, hasta el punto de que muchos en el partido consideran que “se juega su futuro” para consolidar la alternativa a Sánchez. El PP necesita ganar esa cita electoral y que todos los territorios se vuelquen. Mientras tanto, los populares tendrán que lidiar con una oposición de confrontación total en el Congreso y en gobiernos como el madrileño, mientras otros se enfrentan a posibles acuerdos con Sánchez.