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Presidente de la Asociación Atlántica Española

Adolfo Menéndez: "Europa debe ser consciente de que los cuatro jinetes del Apocalipsis siguen ahí"

“El que piense que el gasto de defensa no tiene que ver con las pensiones debe saber que estas no son posibles sin la paz y la disuasión”

Adolfo Menéndez.

El jurista gijonés Adolfo Menéndez Menéndez (Ontier) ha sido elegido presidente de la Asociación Atlántica Española (AAE), una entidad paralela a la OTAN que pretende difundir en el ámbito social la necesidad de la diplomacia, la seguridad y la defensa, de cara sobre todo a la reunión del próximo junio de la organización Atlántica en Madrid. Para Menéndez, Europa debe ser consciente de la amenaza y el reto que supone la guerra de Putin: “Los cuatro jinetes del Apocalipsis siguen ahí”.

¿Cómo valora la invasión que está perpetrando Putin en Ucrania?

En primer lugar hay que condenar esta agresión a la integridad territorial y a la democracia de un país como Ucrania, que en el fondo es un ataque a todas las democracias. Exigimos que se restituya el estatu quo previo a la invasión y expresamos la mayor de las solidaridades por las víctimas de esta guerra. Hay que remarcar que la sociedad española está siendo enormemente solidaria, algo que estoy constatando desde la Asociación Española de Fundaciones, desde la que hemos pedido que se trabaje en ciertos protocolos para evitar la acción de las mafias. Toda esta situación demuestra que el género humano es prodigioso, pero también deleznable.

¿Ha resucitado esta guerra a la OTAN, a la que hasta Macron daba ya por amortizada?

Hay que entender una cuestión previa que es lo que más nos ocupa. En un mundo como este hay que prestar atención a la diplomacia, la seguridad y la defensa. Y es bueno llegar “pensado” a las circunstancias, ir con anticipación, por ejemplo con el presupuesto. Ese 2% al que se ha comprometido la Unión Europa se acordó en la reunión de la OTAN en Glasgow en 2019. Si se hubiese hecho antes, se hubiese sido más eficiente. Esta crisis ha ayudado a que Europa despierte y preste más atención a sus mecanismos de seguridad y defensa, que deben estar en concordancia con la OTAN en el plano, sobre todo, de la disuasión.

Europa le ha visto las orejas al lobo.

La situación geopolítica no es fácil, no da sosiego. Es la situación de más riesgo que hayan vivido las generaciones actuales. Si tuviésemos las cosas claras, nos hubiésemos evitado estos dramas, aunque es difícil saber qué va a hacer un agresor de esta naturaleza. Lo que está claro es que para que la disuasión sea eficiente debe hacerse un esfuerzo presupuestario suficiente.

Gastar más en armas siempre provoca rechazo.

Había que cumplir con el compromiso de ampliar el presupuesto, pero una cosa es fijar la cantidad y otra cómo se gasta. Hay que gastar más dinero con orden, con una planificación técnica eficiente. En Asturias tenemos el ejemplo de la fábrica de Trubia y la fabricación del 8x8. Hay una implicación de defensa primordial, pero también de empleo, de innovación... Si las Fuerzas Armadas en Europa y la OTAN ofrecen unas capacidades mejoradas, eso producirá disuasión. Nosotros no buscamos el conflicto, pero el que lo busque con nosotros debe saber que estamos en condiciones de responder. El que piense que el gasto en defensa no tiene que ver con las pensiones, debe tener cuenta que, sin paz, no hay pensiones, y que para que haya paz ha debido dedicarse antes gasto a defensa.

Aquí ha habido manifestaciones contra la guerra que culpan a la OTAN.

Cuando hay una agresión de este nivel, se monta un ‘díxome, díxome’ que perturba la claridad de la situación. Hay un agresor y unos agredidos. Ha ocurrido otras veces. No puede ser que andemos enredando. Otra cosa es que, en democracia, se pueda discrepar. Pero la agresión se sabe dónde se ha producido y también la necesidad de responder. La pregunta es qué ocurriría si no estuviésemos en la OTAN. Que se lo expliquen a nuestros vecinos del Este. La OTAN es una forma de defensa colectiva. Se trata de defender unos valores, la libertad, que como dijo Churchill consiste en que, si alguien llama a la puerta a las cinco de la mañana, uno tenga la convicción de que es el lechero y no la Policía. En cualquier caso, aquí se puede decir no a la OTAN con toda libertad.

Esta guerra expone sin tapujos nuestra dependencia energética respecto a los rusos.

Algunos clientes me han preguntado estos días qué hacían con determinadas inversiones, y yo les he dado mi respuesta. Todos vamos a perder. ¿Estamos dispuestos a hacernos una foto con el general Patton a la puerta de Bergen-Belsen, pero decir, por otro, lado que no pasa nada con el negocio del ciclón B?

Aquí todo el debate está teñido de un antiamericanismo yo diría que inveterado.

Viene de la guerra de Cuba. Yo solo digo que los norteamericanos han sido enormemente generosos infundiéndonos determinados valores, aunque acepto que quizá no haya sido de forma desinteresada. Pero solo digo una cosa: recordemos Srebrenica y quién puso fin a aquella situación.

¿Hay riesgo de una guerra nuclear?

No hay riesgo de tercera guerra mundial. Hay que mantener la serenidad, actuar con la cabeza fría, dejando claro que no se va a tolerar una situación así, lo que significa muchas cosas, como no comprar el gas y el petróleo rusos. La Unión Europea ha sido un enorme avance para la paz y la seguridad en Europa, pero tiene que ser consciente de que los cuatro jinetes del Apocalipsis siguen estando ahí. Debemos estar preparados para evitarlos y confrontarnos con ellos cuando sea necesario. Europa va a tener que pasar hambre y frío. ¿Estamos preparados? La cuestión es saber si merece o no la pena, que la merece por la libertad. Llega un momento en que hay que decir: esto no lo vamos a tolerar. Lo que no quiere decir que todos los rusos sean responsables de lo que está haciendo su gobernante. Debemos estar dispuestos a sacrificarnos hasta el final. Lo primero es mantener vivo el debate social sobre la necesidad de una política exterior y de la disuasión.

Parece que propone un rearme moral de Europa.

Cuando el mundo decide que lo importante es la economía y la tecnología y olvida la moral, ocurren cosas de esta naturaleza. Esa reconsideración de los valores morales ha estado ahí desde las Termópilas. Sí, hace falta un rearme moral de Europa y del mundo. Estamos tratando de recuperar aquello que prescribía Ulpiano: vivir honradamente, no dañar a otros y dar a cada cual lo justo. Para eso contamos con una Fuerzas Armadas que hacen una labor silente pero decisiva.

¿Le ha ido bien a España en la OTAN?

Sirvió para una modernización de las Fuerzas Armadas. Veníamos de una nación ensimismada. El ingreso en la OTAN supuso una enorme oportunidad que las Fuerzas Armadas han aprovechado.

Entre seguridad y libertad, la gente a veces elige la primera.

La gente parece que quiere ver la guerra desde la tele, pero tristemente es más complejo. Ese buenismo de opereta no me parece aceptable. Gracias a hacer las cosas bien nos podemos enfrentar a las amenazas. Stoltenberg ha dicho que nos enfrentamos al reto de nuestro siglo. Ahora la tenemos ahí. No se puede decir que lo hemos provocado nosotros. Ahora sí que va a cambiar el mundo radicalmente. No podemos eludir nuestro tiempo. La gente lo está percibiendo con una nitidez absoluta. Cuando Europa se enfrenta a la cuestión de la libertad, reacciona: se lo dijo a Jerjes en las Termópilas, a Hitler y ahora a Putin. En Ucrania hay gente muriendo por la defensa de la libertad. No podemos abdicar de ese principio, como dijo Borrell. Este momento me recuerda a Enrique V con su discurso antes de la batalla de Azincourt: los que no estén en este día de San Crispín, se arrepentirán.

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