La Laguna, vivero de lectores

La ciudad de Aguere celebra la cuarta y última jornada de una Feria del Libro consolidada en el calendario cultural de la Isla y considerada un «éxito» por el gremio

«¡Maaaaaaaaa, maaaaaaa..., mira qué guapo el chico... Qué guapo... Maaaaaaa...!». La madre intentaba hablar con alguien, pero no le quedó más remedio que girarse para decirle a su pizpireta pequeñaja –seis años– que dejara de dar golpecitos al cartel que colgaba del estand del Instituto Canario de Desarrollo Cultural. Uno de los carteles con la frase Seguir siendo agua –[...] Quiero ser sauce bajo lo poderosamente negro, o final de río para seguir siendo agua [...]– y una ilustración del «chico guapo» que la dejó escrita: Félix Francisco Casanova. A la pequeña le quedan unos años por delante hasta apreciar el simbolismo del Rimbaud canario, pero ya ayer dio su primer pasito. Al fin y al cabo, dicen que a la poesía, como a la literatura, se llega por caminos inescrutables, y la melena juvenil de Casanova bien puede ser uno de ellos.

Porque en eso se transformó estos días La Laguna con su Feria del Libro: en un vivero de lectores. Una numerosa cantera que de manos de sus padres recorría en la tarde de ayer los 35 estands y descubría lo que la presidenta de la Asociación de Libreros de Santa Cruz de Tenerife, Remedios Sosa, subrayó tras conocer la anécdota de la niña que piropeó a Félix Francisco Casanova: «¡Qué guapos son los libros!».

La sensación durante la tarde en la ciudad de Aguere fue algo más agradable que en las anteriores tres jornadas de la feria, que este año ha tenido que lidiar, como el resto de actos previstos en el calendario, con el bochorno de una insistente ola de calor. La leve bajada de las temperaturas hacia las cuatro de la tarde contribuyó a que más familias salieran a la calle para pasar páginas de libros. Algún lector reconocía que hacía algún tiempo, años, que no cogía la esquina del papel para eso, para pasar de página.

No al menos con libros nuevos. ¿Cómo podría un lector que se precie no pasar de página? Lo explicaba Javier, que se disponía a tomar un cortado con su novia, Marta, en uno de los bares y terrazas de la zona de la Concepción. «Yo es que me he acostumbrado al iBook, y lo que hago en las librerías o en las ferias es mirar los títulos que me interesan, pero los bajo para el iBook».

Feria del Libro de La Laguna

Feria del Libro de La Laguna / María Pisaca

Así que este joven universitario lagunero hace tiempo que dejó de doblar la esquina del papel para deslizar el dedo por la pantalla. Y como él, muchísimos más. Mismo contenido pero distinto continente. No obstante, la feria fue un chute de optimismo para los nostálgicos de ese olor tan particular de las librerías, ese olor que impregna, sin ir más lejos, el local de la histórica Lemus, que por supuesto no faltó a la cita y tuvo su estand entre los más visitados.

Un chute de optimismo con la convicción de que no todo está perdido, que debió de pensar alguno de esos nostálgicos al ver a tanto niño entusiasmado. Sobre todo en torno a casetas como la de La Casa del Baobab, los más pequeñines, o a las especializadas en historias de terror o misterio, los adolescentes. «Si los padres los ayudan desde pequeñitos a descubrir el placer de leer, nunca por obligación, sino por placer, les darán una enseñanza y una formación impagables».

La presidenta de la Asociación de Libreros de Santa Cruz de Tenerife destacaba así lo más importante de ferias como la de La Laguna. Más allá del empujoncito que se da a las ventas de las editoriales y librerías –de especial relevancia para las pequeñas firmas, casi artesanales, que tan numerosas son dentro del sector–, y más allá de los beneficios que este tipo de eventos culturales les reporta a los bares, cafeterías y tiendas de la ciudad –los más cercanos a los dos espacios de la feria en la Concepción y la Catedral hicieron su particular agosto en pleno octubre–, lo en verdad relevante, insistió Sosa, está en su huella cultural.

Una huella que conviene llevar a «barrios, pueblos, municipios y capitales, a todos sitios», expuso Remedios, Meme, al hilo del acierto que a su juicio ha supuesto prolongar las actividades relacionadas con el Día de las Letras Canarias, este año dedicado precisamente a Félix Francisco Casanova, tanto como sea posible.

Nombres propios

El primer balance de las cuatro jornadas de feria literaria lo hizo ayer la propia presidenta de los libreros: «Ha ido muy bien». No en vano, esta edición de 2023 –la tercera en la ciudad universitaria– ha contado con nombres propios como los de la escritora Ana Iris Simón, la ilustradora Coco Dávez, el poeta Redry –David Galán– o el novelista Juan Gómez-Jurado, creador de Reina Roja, una saga que lo ha convertido en uno de los autores más vendidos en España durante varios años –2019, 2020, 2021...–.

La feria, que ha dedicado sus dos principales estands a los escritores Alberto Omar Walls e Isabel Medina, tuvo también participación de tres firmas de este diario. La periodista Almudena Cruz, especializada en Cultura, fue precisamente la encargada de la entrevista inaugural del evento a Juan Gómez-Jurado, que presentó su último trabajo: el best seller o superventas Todo arde. Patricia Ginovés, también especializada en Cultura, hizo lo propio con Alejandra Suárez, autora de la particular historia-revelación de la feria: Mi padre, un espía ruso. Y durante la mañana de ayer, Verónica Pavés, periodista de Ciencia y autora del libro Blas Cabrera, una vida magnética, estuvo firmando ejemplares en el estand de Gaveta Ediciones.