El Ayuntamiento lagunero inaugura una escultura de Ibrahim Hernández que rinde homenaje a las mujeres que desempeñaron el arte de lavar durante décadas. Lo hace en el entorno donde lo llevaron a cabo hsta finales de los años 80 del pasado siglo: el tanque del Camino de las Peras. 

Las representantes aún vivas de las lavanderas de La Laguna han vuelto al lugar donde ellas y las generaciones anteriores desarrollaron durante siglos su labor: el Tanque Grande del Camino de las Peras. A partir de ahora su entrada la preside una escultura, obra del artista Ibrahim Hernández, que rinde tributo a este oficio perdido de lavar a mano. El alcalde de Aguere, Luis Yeray Gutiérrez, descubre la placa de homenaje durante un emotivo acto. Lo hace en presencia de Darkis, Lupe y Pura, hoy ya abuelas y entonces niñas, a las que sus madres enseñaron los secretos de la mejor colada.

El alcalde resalta que con la obra de Hernández, al que agradece su trabajo, “se recupera la historia del municipio y se rinde homenaje a las mujeres que desempeñaron este oficio callado, humilde e imprescindible”. Luis Yeray está acompañado por la concejala de Patrimonio Histórico, Elvira Jorge. Gutiérrez manifiesta que con este acto «muy emotivo y sentido queremos hacer honor a un oficio que no se reconoce, a pesar de todo lo que dio a nuestro municipio por la estrecha relación de La Laguna con el agua». Añade: «Nos llena de orgullo recuperar nuestra historia y ponerla en valor, empoderando a la mujer y dándole este homenaje merecido por su valentía, sacrificio y sufrimiento”.

La artífice.

Elvira Jorge, de quien ha partido la idea, cuenta que quieren rendir un sentido homenaje a la contribución «solidaria, sacrificada y silenciosa» de aquellas mujeres de posguerra al sostenimiento de la vida cotidiana en sus familias y de toda La Laguna. «Hoy se ha empezado a hacer justicia con ellas. Seguiremos trabajando para valorarlas y homenajearlas. Visibilizamos su contribución a la sociedad lagunera y a la economía familiar» valora.

El escultor.

Ibrahim Hernández, escultor de la Punta del Hidalgo, 30 años. Explica que con esta pieza quiso representar esa estampa tradicional en la que las niñas se criaban en torno a las obligaciones que se consideraban propias de sus madres y de todas las mujeres. Representa a una cría le da a una mujer joven una pastilla de jabón. Las imágenes han sido elaboradas a tamaño natural, con resina de poliéster y bronce.

Madre del Agua.

La escultura, junto al Camino de las Peras, está ubicada muy próxima a la fuente Madre del Agua. Hace apenas unos días el Ayuntamiento y la empresa Teidagua reactivaban el pozo , el más antiguo del municipio, para evitar la utilización de agua potable en labores ordinarias como limpieza de vías y riego de parques y jardines. Aunque esta instalación surtió a la población en el pasado en la actualidad se encontraba inactiva.

La lavandera.

Esta labor tradicional fue, desde la fundación de la ciudad –con la primera datación hacia 1515– desempeñada por las mujeres que acudían a lavar a la fuente Madre del Agua. Lupe Siverio, Pura de la Rosa y Darkis Pérez están emocionadas como niñas que fueron cuando aprendieron a lavar, torcer y tender toda clase de prendas. De su familia, de otras familias, de sus empleadores y de vecinos. Todos los días, hasta los más fríos y húmedos, clásicos de Aguere. Lupe –en diciembre 74 años y lavandera desde los 5–, vecina del Camino del Bronco, Lomo Largo, cuenta: «Una vez encontré dólares aquí, se los llevé a un conocido que trabajaba en la Caja de Ahorros y le pregunté cuanto era en pesetas. Nada menos que 50.000, una fortuna en la época».

Recuerda sus orígenes humildes y como lavó aquí con su madre hasta 1981 y, luego, tras su muerte, hasta el cierre en 1989. ya con sus seis hijas. Nombra a «las abuelas y bisabuelas que ya no están porque esto es para ellas también». Valora que «con viento, frío o lluvia había que levantarse y cargar la ropa en la cabeza. Nosotros veníamos desde Valle Tabares. Un trabajo duro». Calcula que «de nuestra época quedamos vivas unas veinte personas». Mujeres porque en los lavaderos no había hombres. Lupe destaca «el diálogo de los mayores con los niños que les servía de enseñanza». Resume con una frase: «Lo que se habla en el tanque no sale del tanque». Esboza el maltrato cuando sentencia: «Mientras la mujer no abriera la boca no había hombre malo».

Compartían los quehaceres mientras las niñas corrían y jugaban hasta que aprendían el oficio. Entre todas cogían una manta mojada muy pesada, la torcían y la tendían. Tan solo una cobraba por la pieza. Solidaridad en estado puro. La lectura de la inscripción en la placa lo dice todo: «En reconocimiento a todas las mujeres y niñas lavanderas de este municipio, que en el pasado con sus manos lavaron mantas, camisas, calzones, enaguas, pañuelos… propios y ajenos. Con el sentido agradecimiento a su trabajo sacrificado y anónimo, con el cual contribuyeron tanto a la salud e higiene de sus casas y personas, como a las de toda la vecindad lagunera”. El punto y final lo pone Pura, la más veterana: «Esto ha quedado precioso».

Un primer paso hacia el futuro Centro de Interpretación

La inauguración de la escultura es un primer paso para crear en el entorno de la plaza y el Tanque Grande un Centro de Interpretación de la cultura del agua, tan unida a Aguere. Elvira Jorge, explica que la intención es culminarlo antes de que acabe el mandato dentro de dos años. El proyecto aún está en proceso de redacción porque «ha habido que pedir un montón de informes» a varios departamentos del Consistorio, entre ellos a Medio Ambiente. El edificio que alberga los lavaderos, una construcción con origen a finales del siglo XVIII, cuyo interior «no está tan mal», explica Jorge, ha sido sometido a un proceso de empastado y pintado. Hace más de 30 años que está cerrado al público y en varias ocasiones se ha intentado su reapertura para la visita y el disfrute de laguneros y foráneos. Esta vez parece que existe la firme voluntad de hacerlo realidad.