Un objetivo primordial: salvar la red de bares, cafeterías y restaurantes de La Laguna o, por lo menos, minimizar en lo posible los desastrosos efectos de la propagación del Covid-19 sobre el tejido empresarial desde que en el mes de mayo se autorizara la colocación de terrazas en el espacio público. Fue la decisión que ha permitido salvar el negocio del ocio en Aguere y se ha conseguido gracias a la autorización de 104 terrazas en la vía pública y 36 ampliaciones de ellas. Y mucho más importante, los permisos para sacar el mobiliario del interior del local a la calle de manera provisional y sin coste a pesar de las ordenanzas que rigen el casco histórico.

Ya en el mes de mayo, el alcalde lagunero, Luis Yeray Gutiérrez, dio un golpe sobre la mesa y apostó por rubricar un bando para que las empresas dedicadas a la restauración y hostelería pudieran subsistir en unas condiciones complicadas en las que, entre otras cosas, prohibía el aforo en el interior de los locales. La entrada en vigor del decreto del Gobierno de Canarias del día 18, en el que se restringía los servicios en el interior parecía daba la puntilla a los inversores, empresarios y propietarios de los negocios.

Pero dicha normativa permitía a los ayuntamientos aplicar medidas a la desesperada, pero importantísimas para evitar el cierre generalizado, entre las que se encontraba esa de poder sacar a la calle el mobiliario del interior de manera provisional en el casco, Patrimonio de la Humanidad. La directora de la Gerencia de Urbanismo, Yaiza Pérez, destacó que el objetivo la apuesta de la ocupación de espacio público con el mobiliario de interior viene determinado por la ayuda que se debe prestar a los empresarios en unos momentos tan difíciles y, en este caso, “se trata de evitar que los mismos tengan que hacer más gastos para adecuarse a la normativa de terrazas que existe”.

Sobre ello destaca el número de solicitudes para la autorización de terrazas o la ampliación de las mismas, que “están sujetas a medidas que no afecten a la norma general”. Remarcó la responsable técnica que durante los últimos días los propietarios y gestores de locales en el casco han realizado solicitudes de todo tipo que no se ajustan a la norma, por lo que “la gran mayoría de ellas saldrán desfavorables porque han pedido cosas no acordes o normales como terrazas en aceras de un metro escaso. Solo hemos podido autorizar tres nuevas y una o dos ampliaciones”.

No obstante, esta ha sido la salvación para muchas cafeterías, bares y restaurantes, ya que han podido mantener el aforo limitado del interior de sus locales, pero en el exterior. De no haber sido así, muchos de ellos estarían cerrados en estos momentos. Es el caso, por ejemplo, del Gasto-Café Como decía mi Padre, situado en la cabecera de la calle Consistorio, al lado del Ayuntamiento. Su responsable, Jorge Peñate, es un profesional que lleva en el sector más de 20 años llevando negocios de este tipo, con desayunos, almuerzos y tentempiés; y de hecho también gestiona el restaurante-cafetería Mirador Los Roques, en Fasnia.

Sobre ello tiene muy claro que si no se hubiese permitido la ampliación de la terraza, que en una mesa no estuvieran convivientes compartiendo un café o cualquier otra cosa o poner el mobiliario del interior en la calle “hubiese echado el cierre en La Laguna y despedir personal en Fasnia”, confiesa.

Decisiones drásticas

Puso en valor el bando municipal de poder sacar el mobiliario del interior del local a la calle de manera provisional, “algo que está muy bien y que ha impedido tomar decisiones más drásticas. Dese cuenta que este comercio es punto de reunión de personal que trabaja en el Ayuntamiento y en oficinas. Estamos mal, pero a ver si aguantamos unas semanas”.

De la misma forma, otro que puso en valor las medidas municipales después de una semana fue el propietario del The Garden, en el callejón Makila con Herradores. Agustín Fortes señala que “solo el hecho de que se permitiera sacar el mobiliario del interior de los locales al exterior ha permitido salvar a la gran mayoría de los negocios”.

Fortes, que mantiene cerrado el suyo por no poder sacar en el callejón las mesas, señala que “los técnicos han obrado bien en estas circunstancias de economía de guerra. Lo han entendido así y han respondido consecuentemente. Tuve que cerrar porque tengo un colchón, pero no se engañe. Lo peor está por venir cuando se acaben las ayudas si esta situación no se corrige. Ahora las medidas se han prorrogado hasta el día 10 de enero”.