Las empresas familiares constituyen una de las actividades económicas más importantes en Canarias. Pequeñas y medianas empresas (pymes) que intentan sobrevivir a la crisis sin dejar de lado sus peculiaridades y tradiciones. Siete de cada diez negocios de este tipo, la mayoría vinculados al sector comercio, tienen una antigüedad de entre seis y 25 años y, por lo general, no forman parte de ningún grupo empresarial. No obstante, el problema más frecuente al que se enfrentan los pequeños empresarios llega ante el cambio generacional en la dirección, pues luchan contra la responsabilidad añadida de garantizar la continuidad de su local para así encarar su futuro. Este ha sido el caso de José Nicolás López Afonso, quien, tras 22 años trabajando como empleado de la tienda de semillas de sus tíos, afronta desde el pasado agosto el reto de haberse convertido en su propio jefe. Un cambio de rol para el que ha contado con la ayuda del Plan de Acción por el Empleo del Cabildo de Tenerife, lo que le ha permitido iniciar el camino y llevar a cabo la contratación de una empleada.

El Plan de Acción por el Empleo es una iniciativa pública que gestiona la Fundación Insular para la Formación, el Empleo y el Desarrollo Empresarial (Fifede), mediante la cual se colabora en los gastos de las pequeñas empresas que emprenden nuevos proyectos. En este sentido, el vicepresidente económico, Efraín Medina, recuerda que "en la reciente convocatoria se han subvencionado 31 nuevas iniciativas empresariales, que supondrán la generación de 64 puestos de trabajo en la Isla. Las ayudas concedidas oscilan entre un máximo de 6.800 euros y un mínimo de 3.800, y se destinan a sufragar los gastos de cotización de la Seguridad Social de los promotores, que deben cotizar en el régimen especial de trabajadores autónomos, así como los que se derivan de la constitución, puesta en marcha e inicio de la actividad. Asimismo, fomentan el acceso laboral a personas en riesgo de exclusión social, demandantes de un primer empleo, mujeres, jóvenes, mayores de 45 años o personas con algún grado de minusvalía".

La Pajarería abrió sus puertas hace 22 años en Ravelo, en el municipio de El Sauzal. Dedicada a la venta de semillas, piensos para animales y artículos de ferretería, es de esas tiendas de toda la vida que se han ido adaptando a los nuevos tiempos y a las necesidades de sus clientes. José Nicolás López, sobrino de los fundadores de este pequeño negocio, creció detrás del mostrador, pero cuando llegó el momento en que sus tíos se jubilaron tomó la decisión de continuar en solitario con las riendas de la empresa y convertirse en su propietario. "Me hice autónomo para realizar el traspaso de la actividad y después contraté a una empleada gracias a la ayuda que recibí de Fifede", comenta.

José Nicolás (Nico, como se le conoce entre los vecinos) afirma que se enteró de estas subvenciones públicas a la contratación a través de su asesoría laboral y ni se lo pensó dos veces a la hora de presentar los documentos para optar a ellas. Su solicitud fue aprobada y ha recibido un total de 4.000 euros, con los que ahora ha podido generar empleo. Almudena Díaz, anterior empleada de la tienda, ha sido la beneficiaria de este nuevo contrato de carácter indefinido, afirmando que a sus 41 años "ha sido como tener de nuevo otra oportunidad para seguir en activo".

Almudena explica que hace seis años comenzó a trabajar en La Pajarería, donde conoció a Nicolás, quien hoy, aparte de su jefe, es su pareja. "Anteriormente había tenido otros empleos, desde vender flores a cuidar niños o como ayudante de cocina en Sánchez Bacallado, pero donde más tiempo he estado ha sido en la ferretería. El problema llegó cuando los anteriores dueños se jubilaron, por lo que me liquidaron y me apunté al paro. Cuando se arreglaron los papeles del traspaso, Nico me volvió a contratar y, con la ayuda de Fifede, he podido mantener el empleo y ayudar a mi pareja con el negocio", destaca.

Aunque hasta el reciente cambio de dueño esta ferretería y tienda de semillas contaba con tres empleados, ahora solo puede hacer frente a uno, aparte del actual propietario. "El negocio ha ido bien, pero con la crisis han bajado las ventas y no da para contratar a más gente por el momento". Es por ello que para el empresario, "si no existieran subvenciones públicas como las del Cabildo, está claro que muchas pequeñas empresas que inician su actividad no podrían continuar, pues son una ayuda que alivia los costes de la Seguridad Social, aparte de contribuir a generar empleo. Además, estoy asombrado de la rapidez con la que ha llegado el dinero", subraya.

Centrada en la venta de artículos de ferretería, piensos y comida para animales, semillas, así como gallinas, pájaros o codornices para las granjas de la zona, Nicolás intenta seguir con la tradición familiar inculcada en este negocio, aunque ha introducido algunos cambios como el reparto a domicilio. "Me encargo de ir a buscar la mercancía y de llevarla a las casas cuando algún cliente lo pide, por lo que una persona sola es imposible para atender el local. De momento somos dos, pero en un futuro me gustaría contratar a alguien más, siempre que la cosa vaya a mejor. Estar detrás de un mostrador es muy sacrificado y, cuando encima eres autónomo, ya no conoces ni horarios ni vacaciones", matiza.

Pese a ello, el empresario afronta con optimismo el futuro. No tiene competencia cercana y, tras tantos años en Ravelo, su tienda es ya más que conocida. No se atreve a dar consejos a quienes quieran emprender, pero sí afirma que "abrir un negocio cuesta muchísimo y los beneficios no se ven desde el primer día. Lo que hay que tener es las ideas claras", concluye.