La obsesión por una posible relación entre su mujer y su amigo Javier Ardines llevaron presuntamente a Pedro N.A., empujado por los celos, a idear la muerte del concejal de IU en Llanes en un asesinato planificado y ensayado minuciosamente que fue ejecutado el pasado 16 de agosto.

Tras una investigación, la Guardia Civil detuvo ayer de madrugada en Vizcaya al considerado como inductor del crimen y a dos argelinos a los que el primero podría haber contratado para consumar el crimen. A estos se suma un cuarto en Suiza del que se ha iniciado el trámite para pedir su extradición.

Los investigadores centraron sus pesquisas en el móvil pasional tras haber descartado, entre otras opciones, una motivación política relacionada con la actividad de la víctima como edil de IU en un gobierno cuatripartito. El presunto autor intelectual conocía bien a Ardines, con el que era habitual verle en los veranos, cuando acudía con su familia a una casa de su propiedad a 100 metros de la vivienda del edil en Belmonte de Pría, donde pasaba las vacaciones y algunos fines de semana, ya que su residencia estaba en Amorebieta, a poco más de 200 kilómetros. Las rutinas y horarios que el concejal Ardines mantenía a diario facilitaban los seguimientos y no era difícil calcular sus movimientos, tanto como patrón de barco como en su faceta política como concejal.

Ardines, de 52 años, casado y padre de dos hijos, salía a diario hacia las 6:30 horas para dirigirse al puerto y salir a faenar con su embarcación, Brañadoira.

Los días previos a su muerte, Ardines notó algo extraño en el camino rural que pasa cerca de su casa y así se lo comunicó a su mujer: unas vallas le impedían continuar su camino.

En aquella ocasión, bajó del coche, retiró las vallas y continuó su recorrido. El 16 de agosto, tres vallas volvían a bloquearle el paso y cuando se bajó de la furgoneta fue sorprendido por sus asesinos. Golpeado con un objeto contundente en cabeza y nuca, Ardines solo se desplazó unos metros hasta caer desplomado.