El hombre detenido por la desaparición de una mujer en Majadahonda, que desde el inicio no colabora con los investigadores y que es definido como "raro" por todos los que le conocen, ha trabajado en una central de alarmas y reparando ordenadores, entre otros trabajos eventuales.

"Al principio, se mostró frío y entró en contradicciones. Luego, ya detenido, no ha dado ha colaborado ni ha comunicado nada a los investigadores", ha dicho el comandante jefe de la Guardia Civil de Majadahonda, Julián Martínez, durante la rueda de prensa en la que se ha informado de la investigación por la desaparición de Adriana Giogiosa.

Bruno H.V., español de 32 años, fue detenido y está en prisión por un delito de detención ilegal en relación con la desaparición de esta mujer, que es su inquilina. También se investiga el paradero de su tía, de la que no se sabe nada desde 2011.

La Guardia Civil le detuvo al día siguiente de que se denunciase la desaparición de Adriana y comenzase su búsqueda, porque al ir a la vivienda entró en contradicciones y, conforme los investigadores le preguntaban, se volvió frío.

Inicialmente prestó declaración voluntariamente como testigo, pero al ver que los agentes empezaban a sospechar, él dejó de colaborar, mostrándose "frío y distante y acogiéndose a su derecho a no declarar ante los agentes y el juez".

Tanto los vecinos como sus inquilinos anteriores le han definido, al hablar con los agentes, como "de actitud y perfil extraño" y todos coinciden en que es "raro", sin aportar muchos más detalles, según el mando de la Guardia Civil.

Ponían como ejemplos que Bruno tenía habitaciones cerradas para él en la vivienda que alquilaba, que en realidad pertenece a su tía, y en ocasiones dormía allí.

Precisamente en una de las partes que tenía cerradas a los inquilinos, el sótano, se encontró la trituradora con restos de sangre que pertenecen a Adriana.

En los últimos años ha tenido varios trabajos temporales, entre ellos en una central de alarmas, reparando ordenadores o repartiendo publicidad.

La Guardia Civil sabe que tuvo problemas mentales, aunque no tiene informes recientes que indiquen que pudo matar a Adriana durante un brote psicótico.

Por eso han solicitado apoyo a los psicólogos del instituto armado para que elaboren un perfil sobre su personalidad.

El comandante ha precisado que, en contra de los que declararon algunos vecinos del bloque de Móstoles donde Bruno vivía con su padre, no se han encontrado indicios ni objetos que le relacionen con prácticas diabólicas.