Lluís Mallart es un cura de Barcelona que, tras vivir durante seis años en la década de los sesenta con la tribu evuzok (Camerún), olvidó su papel evangelizador y se convirtió en antropólogo y en hijo de este pueblo africano, con el que dice que le unen más cosas de las que le separan.

Profesor de Antropología Africana de la Universidad de París X (Nanterre), Mallart, de 80 años, ha asegurado en una entrevista que el carácter de los evuzok es similar al de los canarios, "alegre, extrovertido y acogedor".

Invitado por la Universidad de La Laguna (ULL), el antropólogo ha viajado a Tenerife para relatar el conflicto personal e ideológico que experimentó cuando se dio cuenta en su convivencia con los evuzok de que tenían más cosas que enseñarle a él que él a la tribu.

Para explicar esta idea, Mallart, que desarrolló su investigación en los campos de la antropología médica y religiosa, cuenta que los evuzok le enseñaron, por ejemplo, la importancia de respetar a las personas mayores.

Al llegar a la tribu y con la idea de querer facilitarle el trabajo a las mujeres, Mallart consiguió un burro que, en vez de ayudar a transportar carga, mató a la cabra de un vecino del poblado, al que, tras el accidente, le fue a pedir perdón por lo sucedido.

El hombre, admirado porque el antropólogo (de mayor edad) reconociera su error, reaccionó haciéndole un regalo y no enfadándose o pidiéndole una recompensa, cuenta Mallart aún sorprendido por este suceso.

"Las cosas de la vida se pueden ver de muchas maneras", asegura el estudioso, quien lamenta que las sociedades occidentales estén cargadas de certezas y, pretenciosas, se crean que tienen la verdad de todo.

Crítico con que los europeos viajen a África llenos de prejuicios, tal y como él lo hizo en su época, Mallart sostiene que es más importante conocer y ponerse en el lugar del otro y tratar de entender sus formas de actuar, que ir con la idea de hacer de forma caritativa algo por ellos.

"Yo no era nadie para ir y juzgar a esa gente", afirma el antropólogo, que defiende que todo, incluso los rituales médicos de los evuzok en los que la brujería está presente, están basados en un razonamiento lógico.

El que en su día fue misionero añade: "yo sigo siendo evuzok", aunque el último viaje que hizo a Camerún fue hace ya seis años para presentarle a sus dos hijos a la tribu, que los reconocieron como sus nietos.