...Al despedirme de ti, al despedirme me muero...". Mil perdones, amigo lector, por no haber sido capaz de dar con la formula tecnológica capaz de acompañar este texto con la música de bandurrias y guitarras tuneras, porque si hay una canción puramente universitaria es precisamente esta.

Pues bien, este doloso himno de juventud deberían cantarle todos los canarios luchadores de la independencia a cada uno de esos miles de jóvenes que están forzosamente abandonando el Archipiélago en busca del trabajo que aquí comienza a faltar de manera alarmante.

Y entretanto, en algún rincón del muelle o del aeropuerto, una sombra, muy oscura, mantendrá un discurso para un público inexistente en el que repetirá: "Yo aconsejo a la juventud canaria que quiera vivir y trabajar en su tierra que aprenda de sus abuelos y emigre, donde sea, pero que emigren".

¿En qué mundo vivimos? ¿Cómo es posible que a los que nos gobiernan les estorben nuestros valiosos jóvenes? ¿Arrojaban nuestros padres guanches a la mar a sus hijos cuando les pedían trabajo cada amanecer? ¿En qué mundo vivimos?

Es muy difícil, al menos para mí, poder trascribir el sonido, el terrible ruido contra el alma que se siente estos meses en los lugares de despedida de jóvenes canarios que sólo Dios sabe cuándo podrán regresar a su patria, al lugar en el que nacieron, donde jugaron de niños y donde les felicitaban sus mayores por haber nacido en un "paraíso" llamado Canarias.

Escuchemos estos sonidos, estos ruidos contra el alma, cerrando un instante los ojos: se arrastran maletas que crujen y se niegan a abandonar su escondite, debajo de la cama donde vivían en el hogar. Las que llevan ruedas tocan un lamentoso silbido. Las madres exteriorizan un cuidado llanto para no aumentar el dolor del momento, los padres interiorizan ese mismo llanto; los novios que despiden a sus parejas producen un sonar de los huesos del puño durante el último abrazo a su joven canaria y hay un expansivo rumor silencioso de timple y folía.

¡Se están marchando nuestros jóvenes! Un Gobierno incapaz de crear trabajo y bienestar los está arrojando a la mar como si fueran desecho y, entretanto, el pregón de la terrible sombra oscura: "Yo aconsejo a la juventud canaria que quiera vivir y trabajar en su tierra que aprenda de sus abuelos y emigre, donde sea, pero que emigre".

Datos, posiblemente superados en el día de hoy, hablan de 30.000 los jóvenes canarios que han buscado salidas profesionales en otros países, en los últimos meses.

El dirigente sindical de UGT Santana se ha sentido dañado por una reflexión realizada por Rivero hace unas semanas en su blog, donde solicitaba abrir un debate "sin estridencias y sin alarmismos" sobre el número de habitantes en el Archipiélago porque, en su opinión, la economía canaria no tiene capacidad para dar salida al crecimiento de población ni podrá reducir el paro.

Asegura Santana: "En Canarias hay riqueza suficiente para generar empleo ya que es el octavo PIB del territorio nacional y tiene un Régimen Económico y Fiscal que debería estar centrado en crear trabajo estable y de calidad. No se puede animar a los jóvenes a marcharse mientras se actúa con un discurso totalmente incoherente producto de una mala gestión en esta crisis".

Los jóvenes canarios se nos marchan, la fuerza de nuestro futuro se tiene que "escapar" del hambre y la miseria y nosotros, los que luchamos por el bienestar que produciría la independencia, solo les podemos cantar: "Adiós con el corazón, que con el alma no puedo, al despedirme de ti, al despedirme me muero".

fggracia@hotmail.com