DOS amistosos seguidos sin marcar un gol no son un problema. Las dudas no las genera la falta de acierto ante Las Palmas y Espanyol, sino los siete últimos partidos del curso anterior. Es verdad que poco tiene que ver el Tenerife 14-15 con lo ocurrido hace tres meses... pero el recuerdo sigue pesando.

Hay argumentos para juzgar con benevolencia las derrotas ante Las Palmas y Espanyol: el equipo aún está en fase de preparación, la carga física previa a la disputa de los partidos ha sido brutal, muchos jugadores llamados a ser importantes están recién llegados y otros aún no han debutado, el nivel mostrado en la segunda cita mejoró el ofrecido días antes, el grupo no bajó los brazos con marcadores adversos... Además, en el capítulo individual hay sorpresas positivas: Jorge podría tener hueco (de entrada como cuarto central; y luego, ya se vería) en la plantilla profesional, Ifrán está un escalón por encima de lo esperado, Albizua es válido en dos posiciones...

En negativo. Las derrotas ante Las Palmas y Español también invitan a juzgar con severidad algunos aspectos. Y no sólo la falta de puntería, pues el Tenerife también cometió errores en la salida de balón que parecían desterrados. Además, el grupo de Cervera no ofreció su tradicional solidez defensiva sin balón y parece haber perdido capacidad de robo en la presión. Y antes de desaprovecharlas todas, ni siquiera fue capaz de generar las ocasiones de gol acordes a su dominio. Y en el capítulo individual dejó abiertos interrogantes, pues Vitolo no parece mezclar bien con Aitor Sanz y/o Ricardo León, Jacobo no se mostró en el juego aéreo lo solvente que exige su estatura...

P. D. En todo caso, por encima de cualquier análisis, pesa la falta de gol. Y el recuerdo de las siete derrotas y los 641 minutos sin marcar con los que el Tenerife despidió el curso pasado. Y ocurra lo que ocurra en los dos amistosos de esta semana, esos siete partidos seguirán pesando hasta que el Tenerife visite El Toralín en la primera jornada de Liga. Hasta entonces seguirán las dudas.