La filosofía que rige el Festival Internacional del Cuento de Los Silos es intentar hacer llegar la magia de las historias que habitan en el mundo de la narración oral a toda la sociedad, incluidos sectores como los discapacitados, los niños ingresados en los hospitales o los presos en las cárceles.

Dos de los narradores que intervienen en esta cita anual con el universo del cuento de la villa tinerfeña, que se clausura mañana, sábado, se trasladaron a las plantas de Pediatría del Hospital Universitario Nuestra Señora de Candelaria y al Universitario de Canarias para contar sus historias a los niños ingresados en dichos centros, dentro del proyecto "Cuentos sin fronteras". El venezolano Ernesto Tato Ruiz se trasladó hasta el hospital Nuestra Señora de Candelaria, mientras que el vasco Iñaki Carretero lo hizo al Universitario de Canarias. Esa fue la primera vez que ambos cuentacuentos actuaban en un hospital.

Carretero compartió su experiencia en su página en Facebook, en la que asegura que ha sido muy bonita y enriquecedora. "Fue una sorpresa enterarme que me tocaba contar cuentos en la planta de peques del hospital. Hoy por la mañana ha sido una sorpresa enterarme de que ningún niño (a) podría acudir a escuchar mis cuentos porque no podían salir de las habitaciones. Una pena, pero si la montaña no va a Mahoma (...)".

El narrador vasco se armó con su maleta llena de cuentos, el chaleco de cuadros de su madre, un listado de números de habitaciones y ... "nombres e ilusión fueron mis armas (...). Nombres a los que he puesto caras, caras que me han querido escuchar, personitas que me han ofrecido un poco de su tiempo aún costándoles y corazoncitos que me han hecho recordar lo bonito y duro que puede ser vivir. Vivir y luchar por la vida".

Este emocionado cuentacuentos recuerda a Izan, "que no me ha podido ver los labios pero nos hemos tocado con palabras y manos. Jazmina, que hacía lo posible por contestarme a todo lo que preguntaba, aunque le costase. La pequeña Valentina. Ella con su chupete y su mascarilla hemos jugado a ser lobos. Y sí, Fabián, con tus seis años me has hecho sentir rabiosamente orgulloso al verte reír y al enterarme que has reído y has hablado después de días de lucha. Con una cosa tan simple y humilde como un cuento. Y encima, todos han sido capaces de darme las gracias... Las gracias os las tenía que haber dado yo".

Por último, Iñaki Carretero asegura que "doce habitaciones, doce niños (as) luchadores, superhéroes, veinticuatro padres héroes, médicos magos, enfermeros (as) hadas ... y cuentos por lo menos, acompañadores (...). Gracias a todos... os dejo la foto de un Unicornio que os acompañe en esta aventura, en este viaje".

Estas sinceras y sentimentales declaraciones de este repartidor de ilusiones, facilitadas por los organizadores del Festival, contrastan con las de la madre de una niña a la que llegó su magia.

"Hoy es miércoles y ya hace cuatro días que mi hija está ingresada. No es nada grave, pero está trancada con la neumonía y todavía le queda tiempo aquí ... Cuatro días calladita y cansada, seria y quietita, cosa más bien rara. Hasta hoy. Porque hoy le cambió la cara. ! En serio ¡. (...). Hoy tocaron la puerta. ¿Puedo pasar?, dijo un tipo curioso. Un chaleco con parches de colores y una maleta vieja que parecía bastante pesada. De todo, menos médico, pensé. No se si asentí o dije sí...".

"Cuando vine a darme cuenta ya estaba con un libro en la cama y con la maleta abierta derramada, y esta habitación, que era una silla sola y una cama, se llenó de cuentos, títeres y hasta algún instrumento que vete tú a saber cómo sonaba... Y Valentina, por primera vez en estos cuatro días, con esos ojos grandes y brillantes que solo hacen los cuentos, sonreía y sonreía cuanto más le contaba. Contó, cantó y hasta medio bailó Iñaki Carretero. Muchas gracias ¡¡¡".