1.- El título se lo he robado a "El divino impaciente", de José María Pemán, y viene al caso porque a mis 67 años, jubileta perdido, escritor por afición, tertuliano por mala costumbre y considerado "out" por los propios que ahora me subliman, pues no se olvidan de mí. A un gordezuelo abuchonado que tiene un digital marginal en esta isla tinerfeña le ha dado por utilizarme como protagonista principal de su infame libelo; le he mandado varios recados -yo no lo conozco-, asegurándole que no soy maricón y que, por tanto, no sé por qué se ha enamorado de mí tan locamente. Ese "Ave " -he dicho , no lo cambien- la ha tomado conmigo y es tal su obsesión, injustificada, porque ni siquiera, repito, lo conozco, que me ha convertido en protagonista de sus relatos, día sí, día también. Lo cual a mí no me deja ni frío ni caliente porque ni siquiera los leo y sólo sé de ellos por terceros. Pero que pague derechos de autor.

2.- Según un zahorí que me hizo una vez un test manual en la barra del "Mencey", me quedan dos años de vida. Así que no veo el porqué de esas fobias y de esas diatribas contra mí, que soy un viejecito pacífico. Y, además, repito, disto mucho de ser un mariconzón que parece ser el gremio de la pata que cojea el agresor. No merece el palomo buchón tantas líneas pero como se ha obsesionado conmigo quería dejárselo por escrito. Hay otro en Las Palmas que también ejercita su pluma hablando de mí, pero menos. No me veía yo, a estas alturas, como inspirador de tantas pasiones. Debe ser que la fama -la buena y la mala- me van a acompañar hasta la tumba. De momento me acompañan hasta la tumbona.

3.- Como estoy obsesionado con los roedores que se han adueñado de Santa Cruz, recojo el testimonio de don Marcos Delgado, que denuncia la presencia de una vieja que echa arroz y pan y no sé qué más en algunas alcantarillas de Santa Cruz, criando por tanto ratas como gatos. La policía lo sabe, pero no hace nada. Deberían meter a esta mujer en un centro para perturbados, pero de nada valen las denuncias de los vecinos, ni las constantes llamadas a la policía. No sirven para nada. Esta mujer no está en condiciones de andar por ahí alimentando a las ratas, cuya invasión terrible sufre esta ciudad y a punto de crear un verdadero problema sanitario. Y el que avisa no es traidor porque el asunto es muy grave.

achaves@radioranilla.com