El General Fagó es uno de los personajes más pintorescos y exóticos, amén de surrealistas, que ha dado mi ciudad de La Laguna, y, ya de entrada, les afirmo que no era militar, y me asalta la duda de si hizo el servicio militar, ya que al ser hijo único no tendría nada de extraño que se librara del mismo por mantenedor, aunque lo que mantuviera fuese una botella de coñac o un buen vaso de morapio. Lo que sí era el General era un auténtico "multiusos", o un eficacísimo plurimpleado, pues lo mismo se dedicaba a la limpieza de pozos negros, que también ponía y colocaba tejas, arreglaba desperfectos en el viejo cementerio de San Juan, pero para lo que sí era algo más que "majadero" era para el coñac.

Hay infinidad de anécdotas de este, al menos curioso, personaje y una de ellas está relacionada al día en que llegó el que había sido nombrado nuevo obispo de la Diócesis Nivariense Fray Albino y Menéndez Raigada, que venía a sustituir a su antecesor, Nicolás Rey Redondo. Hay que decir que este concreto día toda la ciudad de La Laguna era una auténtica fiesta, toda la gente en sus calles, engalanadas para el recibimiento al nuevo obispo; las ventanas y balcones ataviados y de toda la provincia llegaron muchísimas personas para así poder ser testigos del evento.

Los actos se iniciaron con una solemne misa en la Catedral, a la que acudieron las fuerzas vivas de Tenerife, y en el transcurso de la misma tomó la palabra el nuevo obispo para decir lo emocionado y agradecido que estaba a la Santa Sede, concretamente al sumo Pontífice, terminando la ceremonia con el cántico del "Te Deum", de acción de gracias, tras el cual se inicia la comitiva a pie desde la Catedral hasta el Palacio Episcopal, en la calle de San Agustín, aplaudiendo el pueblo que estaba en las aceras, en las ventanas y en los diferentes balcones del trayecto, arrojándose sobre la comitiva pétalos de flores, a los que correspodía Fray Albino saludando brazos en altos a su querida grey.

A todas éstas, y no sabiendo bien cómo coño se las ingenió, lo cierto es que el General Fagó estaba colocado en la primera fila de la acera, frente por frente a la puerta principal del Palacio Episcopal, y cuando estaba a su altura el nuevo obispo, con poderosa y potente voz, le dijo: "Tú al vino y yo al coñac". Dicha expresión, que se me antoja no genial sino lo siguiente, causaría una gran carcajada y no poca hilaridad entre los presentes, y hasta al propio Fray Albino le hizo gracia, esbozando una ligera sonrisa por la genial frase, al punto que hubo un saludo de cabeza de obispo al "general".

Cuando llegaron los primeros seminaristas procedentes de Guinea, el General Fagó siempre decía que los había traído el obispo don Domingo Pérez Cáceres para las misas de duelo, y en cierta ocasión, la priora del convento de las monjas de clausura de las Clarisas llamó al General Fagó para que reparase el tejado y, estando en faena, encaramado en el tejado ve con verdadero pánico cómo un gato se acerca cautelosa y peligrosamente al bocadillo de sardinas que había dejado encima de un "camellón" de tejas. Y cuando el jodido gato estaba llegando al bocadillo, el General, con una puntería excepcional, le lanzó una de las tejas que le dio en pleno lomo, y que hizo que el felino diese unos fuertes maullidos, rodando por el tejado hasta caer diez metros más abajo, pero de pie, vamos como cualquier gato que se precie.

Fue en ese instante cuando la abadesa al ver al gato pasar como un rayo, rozando su hábito, le gritó al General: "Oiga, General, ¿qué le pasa al gatito"? A lo que responde el General: "Oh, madre, será que extraña". No me digan que la respuesta de este pocero limpiamierdas no fue subliminal.

Paso a contarles que el General tenía un buen amigo al que llamaban Daniel "el Huevudo", y una noche, estando el General con varios amigos en la plaza de la Catedral, se presentó ante el mismo "el Huevudo" y, cuadrándose ante el mismo, le dice: "A sus órdenes, mi general", y sobre la marcha le afloja tremenda cachetada, preguntando con lloriqueos "el Huevudo": ¿Por qué me pegas, general?, contestándole éste: "¿Quién coño le ha dado permiso para vestirse de paisano?".

Cierto día, la marquesa de Celada le encarga al General Fagó que limpie su pozo negro y comienza Fagó a meter un alambre para comprobar la cantidad de mierda que había que extraer y en base a ello tener una idea de lo que podría costar a la marquesa dicha limpieza, diciéndola a la noble dama: "Esto le va a costar unas 200 pesetas", cogiéndose un berrinche de aquí te espero la señora marquesa, diciendo que era un abuso, un verdadero atraco a mano armada, terminando por decirle al General que prescindía de sus servicios. A continuación, el General metió de nuevo el alambre metálico dentro del pozo y lo sacó, y, al tiempo que con una mano limpiaba el alambre de punta a punta, exclamó: "¿Sabe lo que le digo, señora marquesa? ¡¡¡Quédese con su mierda!!!

: "¿Está Rajoy?". "No, está con Dolores de Cospedal". "Bueno, dígale que se mejore".

Hasta la próxima y no me fallen.

* Pensionista de larga duración