TODAVÍA me queda el artículo del sábado para despedir 2011. Pero lo hago antes de tiempo: "Adiós". Tampoco es que el finiquito del añito de marras merezca demasiados reconocimientos. A tomar por saco, "good bye", "au revoir", "aufwiedersehen", "ciao". No hay demasiadas lágrimas que derramar. ¡Vete ya, capullo!

Otra cosa es que el que venga sea peor. En general, termina un periodo de continuidad en el que quizás hemos empezado a percatarnos seriamente de que la debacle económica es más profunda y destructiva de lo que se pensaba. Todos veíamos venir una ola; lo que casi nadie esperaba es el tremendo "tsunami" que se ha desatado.

El que acaba puede definirse como el año de la maduración del proceso de pérdidas de valor en lo que llamábamos primer mundo. Ha sido el año de la asimilación en la conciencia de la población de que asistimos a un proceso histórico en el que, como no queda otra, tendremos que apretar los dientes. Nadie nos va a salvar, no hay que mirar hacia los lados, lo único que procede es arremeter hacia adelante en la peor crisis desde la Segunda Guerra Mundial.

Pero hay algo más. Notamos una especie de picor, un síndrome premenstrual que revoluciona los niveles de estrógeno y disminuye de forma drástica la progesterona. Tenemos perturbado el organismo. En su raíz, la floración hormonal desconocida tiene que ver con que el mundo se convulsiona y cambia a pasos agigantados. Occidente pierde competitividad, el eje de la tierra se ha desviado desde el Atlántico al Pacífico, Europa entera representa únicamente el 6% de la población mundial, la envergadura de las mutaciones que se producen en el cuerpo del globo hace que estén cuajando demasiadas alteraciones en los equilibrios previos.

¡Nos están saliendo tetas! Tendemos a no darnos cuenta y a mirar hacia otro lado porque vivimos dentro, en el interior cómodo de los que se creen inmunes, pero los pezones están a la vista.

África pasa a tener un valor específico de multiplicación enorme para Europa y EEUU. Creo que no nos hemos enterado, pero hasta nos han colocado un sujetador. La masa de tierra cercana evoluciona desde 1.000 millones de habitantes, a los 3.500 millones a final de siglo. Un país como Senegal cuenta con una media de edad de 14 años. La potencialidad del continente rezagado es vital; una pieza que aún falta por situar correctamente en el puzle mundial.

Claro que, por otro lado, da la impresión de que las burradas y los excesos que se cometen continuamente descartan esa posibilidad de búsqueda de un mayor bienestar compartido en la senda de desarrollo mamario que han emprendido otras zonas subdesarrolladas o pobres del planeta.

Como muestra, Nigeria, el país más poblado de África y el quinto del mundo. Nada menos que 162 millones de personas enfrascadas en estas últimas fechas por brotes de violencia religiosa que mataron a más de cuarenta personas. "La crueldad de un odio absurdo y ciego que no tiene respeto por la vida humana", dijo el portavoz del Vaticano, Federico Lombardi. Los salvajes atentados de la secta islamista Boko Haram contra templos cristianos no son más que otro episodio de una lucha a muerte que traduce, junto a la debilidad de los estados, la corrupción, la escasez de tejidos intermedios, la excesiva burocracia inútil, la escasa efectividad, la mínima base cultural... a los ojos de la seguridad que necesita el capitalismo para funcionar, marcando una talla obligada de difícil superación.

Además, lo que se hace se hace mal. Hace unas décadas se descubrió petróleo en Nigeria. Ahora han iniciado medidas de contingencia en sus costas tras la constatación de un nuevo y masivo derrame de crudo en unas instalaciones de la compañía petrolera Shell a 120 kilómetros de línea de playa. En un comunicado, Shell ha asegurado que el vertido se produjo en la plataforma petrolera de Bonga, que alumbra alrededor de 200.000 barriles diarios, y que, de momento, han tirado por la borda "unos 40.000 barriles" al océano. "El derrame es comparable al que sucedió en 1998 con el llamado Exxon Mobil", declaró el director de la Agencia Nacional de Respuesta y Detección de Derrames de Crudo, Peter Idabor. La catástrofe ecológica podría ser brutal, ya que "la mancha se mueve claramente hacia la costa".

Me pregunto: en vez de tantos sujetadores reductores, ¿por qué no lucir las tetas con un buen escote?