UNA ASIGNATURA pendiente en el PSOE de Canarias quizá siga siendo la necesidad de evitar "calificaciones" sobre las actitudes e ideas de compañeros y compañeras fuera de los límites del debate estrictamente interno del partido. Lamentablemente, esta práctica, afortunadamente sólo muy concreta en pocos casos y voces -casi siempre las mismas-, si la comparamos con la de miles de militantes discretos, la gran mayoría, que no sólo no filtramos, sino que además sólo opinamos sobre las cuestiones del partido en el ámbito interno, de continuar puede convertirse en habitual en los diferentes medios de comunicación, que, muy agradecidos, se sienten encantados de trasladarla a los ciudadanos, y en muchos casos, por no decir casi siempre, lo hacen no sólo informando, sino opinando a conveniencia sobre dichas "calificaciones". Una cuestión sobre la que, por supuesto, están en su derecho, resultando democráticamente saludable que así lo hagan, aunque alguna pluma pueda caer en la frivolidad.

Una práctica que, como ahora sucede, gana fuerza cuando el partido tiene que decidir la elección de candidato o candidata en las próximas elecciones autonómicas de 2011 a la presidencia del Gobierno de Canarias tras la renuncia responsable de Juan Fernando López Aguilar al adquirir compromisos del más alto nivel europeo, una cuestión sobre la que entiendo que López Aguilar ha actuado correctamente, porque resulta imposible atender una campaña electoral tan intensa por las siete islas y otros países con emigrantes como la que se avecina, muy dura y agresiva, y al mismo tiempo responder adecuadamente al también intenso trabajo y reto europeo que le espera al ex ministro canario de Justicia, que dejó muy alto el listón situando a 26 diputados socialistas en el Parlamento de Canarias.

Una práctica, insisto, legítima y aceptada en un partido democrático como el socialista, como no podía ser de otra manera, pero que puede perjudicar, y de hecho creo que está perjudicando a la opinión que los ciudadanos se hacen de un partido que es primera fuerza política en Canarias y mantiene esa posición en las últimas encuestas de opinión, y por lo que se le exige estabilidad y coherencia en los distintos posicionamientos.

Muchos años llevan ya gobernando Coalición Canaria y Partido Popular en las Islas. Todo un pacto repleto de altibajos y sobresaltos no deseables ni para la salud de los canarios ni para el futuro del Archipiélago, por lo que el Partido Socialista necesita, más que un debate encontrado entre diversos dirigentes y candidatos en los medios, un inteligente y responsable cierre de filas en los diferentes niveles institucionales para conseguir una modificación de la legislación electoral de nuestro Estatuto de Autonomía, reformándolo de tal manera que los topes electorales no mantengan a perpetuidad el pacto tan denostado entre CC y PP, un proyecto que se puede decidir en las Cortes Generales, y demostrar así, primero escuchando a la sociedad canaria, y luego gobernando, que es posible en Canarias no sólo una forma diferente de entender y hacer la política, sino también cómo hacerla, con otras maneras que convenzan y de las que se haga partícipe al ciudadano.