CD Tenerife-Real Valladolid, un digno cierre a una temporada gris
El CD Tenerife completa el calendario de Liga con un intrascendente triunfo en el Heliodoro ante el ascendido Real Valladolid
Luismi Cruz y Ángel Rodríguez aportan los tantos locales (2-1)

Partido de Liga CD Tenerife-Real Valladolid / María Pisaca

La idea era terminar la Liga 23/24 de la mejor manera, dentro de la decepción general por haber perdido hace semanas el tren del ascenso a Primera, y el Tenerife no defraudó en el partido de la última jornada. Sin alicientes clasificatorios, derrotó a un Real Valladolid que había sellado siete días antes su regreso a la máxima categoría y que solo tenía pendiente coronar la temporada con el campeonato, objetivo secundario que se le escapó en el Heliodoro. El 2-1, con goles blanquiazules de Luismi Cruz y Ángel Rodríguez, dio para mucho más. Por ejemplo, para las despedidas de Juan Soriano, que jugó los últimos 20 minutos y fue ovacionado al entrar al campo, Roberto López, Nacho o Buñuel; para el debut del canterano Dani Fernández, todavía en edad cadete; para el estreno en el Rodríguez López de Dylan Perera, otro joven valor de la base –fue su tercera actuación con el primer equipo–; e incluso para los primeros cánticos del público en contra del accionista mayoritario de la entidad, José Miguel Garrido, principalmente por su supuesta manera de proceder en la elección del sustituto de Asier Garitano, que recibió los tradicionales silbidos antes del comienzo del encuentro incluso en su último día como preparador del Tenerife, una pitada que quedó en una anécdota al lado de los gritos de Garrido, vete ya.
Aunque el Tenerife no se jugaba nada –defender el duodécimo puesto no era ningún consuelo– y el Real Valladolid ya estaba ascendido, el partido no tuvo el desarrollo plomizo que se podía prever. Por oleadas, unos y otros trataron de divertirse y divertir. Lo hicieron sin el nivel de tensión de un duelo definitivo para cruzar una meta, pero sí con la voluntad de atacar y de superar el rival. Al Real Valladolid sí le iba un poco más en ello, dado que le quedaba el desafío de ser campeón de Liga –se lo quitó el Leganés– . Tras una semana de festejos, la descompresión no le impidió pisar el Heliodoro con la intención de llevar la iniciativa. De entrada, el balón fue suyo y también una mayor frecuencia en campo contrario. Moro, muy activo, cargó el juego por el costado izquierdo, donde se encontró a un Mellot tan exigido como eficiente. Nada nuevo en el caso del lateral francés. Notable en todo el curso –solo falló ayer en una mala entrega en la segunda mitad que acabó en nada por un fuera de juego de Sylla–. Sin margen para el habitual tanteo, emergieron los primeros avisos. Nacho abrió el repertorio con un remate alto tras una dejada de Enric Gallego (8'). A continuación, Escudero hizo temblar el marco de la portería defendida por Tomeu Nadal al armar un potente chut desde la frontal del área. La pelota se estrelló en el poste para alivio del arquero.
El tramo de dominio violeta no se tradujo en nada más relevante. Pero al menos sirvió para sentar las bases de un encuentro más entretenido de lo imaginado. Porque el Tenerife se activó pronto y también quiso invadir el área contraria. Eso sí, lo hacía sin la precisión necesaria para finalizar una jugada limpia y, casi siempre, dependiendo de la inspiración de Luismi Cruz y de Teto, los extremos o interiores de la alineación titular. Roberto López, algo fallón en el arranque, fue de menos a más, y Enric Gallego intervenía a cuentagotas. A falta de una producción más elaborada, Luismi tiró del carro con una conducción en paralelo a la frontal del área y un remate desviado en el 21'. Poco después, Corredera –más suelto esta vez con el balón– se asoció con Nacho para que el lateral zurdo enlazara con Teto, quien lanzó a las manos de Masip sin oposición. La acción había quedado anulada por fuera de juego. Pero las señales estaban siendo las de un Tenerife alejado de una versión conformista.
Después de este momento de empuje, el Valladolid siguió a lo suyo, pero volvió a tropezar con el poste. En este caso, en un saque de esquina lanzado por Escudero. El balón, a media altura, fue desviado por Gallego, sin querer, con dirección al palo de la portería. El rebote no tuvo consecuencias.
De camino al descanso, el control fue tinerfeño. Y también las ocasiones. En todas tuvo protagonismo un Roberto López creciente, primero rematando al lateral de la red (40'), luego con un inoportuno resbalón dentro del área que le impidió culminar una jugada iniciada por Bodiger con una recuperación en el medio y, por último, con un taconazo al poste después de un pase de Mellot.
La segunda parte tardó en romper. La abrió Teto con una bicicleta dentro del área, un quiebro y un chut parado por Masip tras un contragolpe iniciado por Nacho. Una sacudida para cambiarle el paso a un partido que se había ralentizado. Bajo esa dinámica, el Tenerife no perdonó en su siguiente acercamiento al área, apenas un minutos después. De nuevo apareció Teto para abrir hacia Bodiger en el balcón del área. El volante francés, probablemente en una de sus mejores tardes de la temporada, fue generoso y asistió a Luismi, que se encargó de completar la jugada con un remate que, tras rozar en la pierna de un defensa, se coló en la portería protegida por Masip (1-0 en el 51’).
Desprendido de la intrascendencia, el partido se animó y el Tenerife cogió velocidad de crucero. El 2-0 se vio venir enseguida en un contraataque mal resuelto por Teto (55'). Nada grave, una simple mala elección en el instante clave.
Rondando la hora de juego, Garitano contribuyó con los primeros cambios/homenajes. Descanso para Roberto, aplaudido en su adiós al Tenerife, y alternativa para un Dylan que acabaría siendo uno de los más influyentes.
Pero el Valladolid no estaba dispuesto a irse de vacaciones tan pronto. Se sintió herido en su orgullo y, pensando en el campeonato de Liga, apretó en la búsqueda de un empate que logró en el 67’ con envenenado centro lateral del exblanquiazul Luis Pérez que tocó en sentido prohibido José Amo, adelantándose a Sylla. Tanto en propia meta del sevillano.
Lo mejor estaba por llegar. Más sustituciones con carga emotiva –sobre todo, la entrada de Soriano– y el estreno del jovencísimo canterano Dani Fernández, nacido en 2008. En esa tanda, la del 70', también accedió al campo un voraz Ángel Rodríguez. El lagunero no se salió con la suya en su primera ocasión, un mano a mano facilitado por Luismi Cruz del que salió ganador Masip (74'). Pero no dejó pasar la siguiente. Genial asistencia en profundidad de Dylan y eficaz maniobra del delantero para volver a poner por delante al equipo de Asier Garitano.
El resultado se quedó corto. Con el Valladolid cada vez menos sujeto al rigor táctico y a la esclavitud del esfuerzo –bastante había hecho ya con el ascenso a Primera a falta de una jornada para el final–, el Tenerife se lanzó a por más goles. Tuvieron el tercero Luismi, con un remate desde la frontal del área que rechazó Masip, y Dani, en la misma jugada. El canterano remató demasiado alto en el 84'.
Sin margen para mucho más, el partido y la Liga se fueron apagando. Lágrimas de Soriano sobre el césped, despedida discreta para otros y cierre digno de una temporada gris del Tenerife. Empieza la 24/25. Será el Tenerife de Cano.
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