Un maremoto de periodistas aguardaba la apertura definitiva de la puerta como quien desespera por fuera de un paritorio. No era un camarote, pero casi: faltaba Groucho, aunque algún chiste sí que hubo. Dentro se habían escuchado antes, tras las paredes, aplausos y ovaciones que los medios siempre relacionaron con Clavijo y su victoria, si bien el primer dato del recuento que trascendió dio un sorpredente 10 a 5 a favor de Rivero.

Tras confirmarse la estrecha victoria del lagunero, Paulino se enfrentó a la rueda de prensa más dura de su vida. Su contundencia y cierre de filas en torno al ya candidato de CC desde el principio no pudieron disimular lo que escondía y reflejaba en parte: sus ojos brillaban en exceso, estaban vidriosos, anunciaban catarata o, por lo menos, evidente contención. "¿A quién le gusta perder?, espetó a los periodistas. Y eso que improvisó, incluso, algún chascarrillo para probar encaje y deportividad: "Les contaré algo, ahora que no hay periodistas", dijo por lo bajini.

Cuando realmente exteriorizó sus sentimientos fue en el momento en que el enjambre mediático entró al salón principal a por el flamante vencedor. Paulino se fue fundiendo en abrazos a algunos de sus allegados mientras los medios le daban la espalda, rodeó una mesa, le dio un beso a su mujer, Ángela Mena, pues no apuntaron bien en el encuentro de caras, y se refugió con lágrimas iniciales ya no refrenadas en un salón con un cartelito que hubiese dado mucho juego a la especulación si no fuera por cómo se retiró de la partida. "Gabinete jurídico" ponía el cartel y la maldad instantánea hubiese sido pensar que preparaba algún recurso. Pero no, supo perder. Y muy bien. "Llévale agua", le dijo un joven militante a otro con la puerta ya cerrada. Hacía un calor terrible y tendría sed, aunque sus aspiraciones se habían congelado: triturado.

Tras la contextualización de Barragán, que pareció el mayor entusiasta de Clavijo, pese a ser fiel escudero de Rivero hasta ayer, el triunfante alcalde de Aguere mostró altura de miras, elogió el gesto de su contrincante de retirarse tras perder por solo 5 votos y, eso sí, volvió a cerrar cualquier opción de pacto con el PP. "Si hay petróleo, no hay pacto": un grito en la pared. Su larga intervención, sobre todo por la insistencia periodística, no le hizo perder nunca una especie de alivio existencial, de pozo de deber cumplido, de haber fulminado los muchos riesgos que afrontó. Lo hizo también con ojos vidriosos, aunque muy diferentes a los otros, y con una ronquera tranquila, feliz, llena.

A su alrededor, los secretarios insulares de CC, herreños incluidos, se mostraban, en su mayoría, entusiastas, en claro contraste con el rostro siempre serio y pensativo de García Ramos. "En el PNC, ahora nos pensaremos lo que haremos",ratificó a EL DÍA, confirmando sus palabras previas por si ganaba el máximo mandatario de su ciudad, al que valora, aunque no a ciertas personas de su "entorno" por considerar que no son nacionalistas convencidos. Uno que sí lo es, Hilario Rodríguez, descartaba movimientos raros, auguraba que CC se unirá en torno a Clavijo y llamaba retorcido al periodista que dejara caer un intento de fichaje de Rivero por el PNC.

Las preguntas a Clavijo fueron las normales y casi previsibles, pero una sobre quién estaría más feliz, si el PSOE o el PP, desató carcajadas generales. "Felices estamos en CC", respondió al rato con resortes y tablas. Risueños y juntitos se les vio siempre a Carlos Alonso y Bermúdez. Lo mismo a Sandra Rodríguez, Elena Luis, Ruano... se escuchó, incluso, cómo una autoridad local de Tenerife dijo en alto: "Ahora toca tomarse un roncito".

Mientras, Paulino había bajado las escaleras de la sede a mitad de la intervención de Clavijo, siguió abrazándose a algunos presentes en la acera, cruzó el paso de peatones hacia a Ramón y Cajal y pasó junto a una farmacia abierta: las heridas también estaban, acababan de abrirse. Sus lágrimas lo atestiguaron, mientras una ronquera dulce saludaba al futuro y algunos lo celebraban en la plaza Weyler. Roncito incluido.