Alejandro Herrera tiene 22 años y hace un año y medio que se sometió a un by-pass gástrico. Llegó a pesar más de 150 kilos y ahora, con sus cerca de 100, se declara feliz. "Con 20 años me tenía que poner ropa de persona mayor porque no encontraba tallas para mí", recuerda. Herrera todavía se emociona cuando lo cuenta porque es consciente de que le ha cambiado la vida de forma radical. "Me ha bajado la tensión y en el trabajo puedo subir escaleras sin dificultad". Juana Hernández, de 49 años, lleva dos años operada y el asma y la diabetes le han remitido. "Me ha cambiado la vida totalmente", dice. De hecho, ha tenido incluso que cambiarse algunos carnés antes de que caducaran porque no parece la misma persona que aparece en las fotos de carné. Tras la cirugía pasó de pesar 128 kilos a 76 y ésta ha sido la ayuda necesaria para que pudiera comenzar a hacer deporte. Tanto uno como otro paciente recomiendan a todo el mundo que se lo piense bien antes de intervenirse. Se trata de una cirugía mayor que tiene incluso un porcentaje de mortalidad (entre un 1 y 2% en centros especializados). Además, recomiendan que se mentalicen de que van a comer menos cantidad de comida y de que, algunas como los dulces, no podrán probarlas nunca más.