Un grupo de desalmados tuvo en jaque a la institución principal de Santa Cruz -su Ayuntamiento- durante y después de la celebración del pleno municipal del pasado lunes. La democracia de los números fue implacable: 18 de los 24 ediles presentes aprobaron el nuevo Plan General de Ordenación (PGO).

El tímido y desconocido delegado del Gobierno socialista no previó la acción de los insociales. Las consecuencias fueron: un botellazo al coche del alcalde; un palo al concejal Ignacio González Santiago (que no le abrió la cabeza porque lo pudo esquivar); insultos al miembro de la corporación Antonio Bello; un ataque de nervios provocado a la edil Maribel Oñate; y golpes al vehículo del también concejal Ángel Llanos. Casualidad: ningún concejal de los que votaron en contra del plan sufrió agresiones, ni insultos. Y pudieron salir en loor de la multitud de desalmados.

Al margen de que estos incívicos sinvergüenzas dejaron a la ciudad a la altura de un zapato en todos los telediarios nacionales, detrás de estos sucesos están un partido -el PSOE- y algunos agitadores que empiezan a preocupar a la sociedad santacrucera y tinerfeña. Podíamos citarlos con nombres y apellidos, porque además ya han salido a relucir en estos días, pero lo que desean es notoriedad para, con mentiras o medias verdades, seguir sacando el dinero a los incautos. Y, además, a espuertas.

Apoyados y jaleados por algunos medios, que más bien parecen libelos y que han hecho de la calumnia y la injuria una forma de comportamiento, se han erigido en adalides del "no" a todo y se autodenominan "anti-sistema". Lo que están consiguiendo es crear en la ciudad y en la Isla un clima de desasosiego y la sensación de que todos los políticos son deshonestos por el mero hecho de dedicarse a la actividad pública. Un clima, en suma, peligroso.

El PSOE se encuentra en bajada en picado. Ya no por la torpeza de su líder nacional, sino por la agresividad de sus dirigentes locales. No hay más que escuchar al portavoz municipal para saber que es un clon de Santiago Pérez; no hay más que oír al advenedizo Corrales para darse uno cuenta de que lo que pretende es conseguir votos valiéndose de la agitación social. No hay más que seguir la errática conducta del mismo Pérez para concluir que es el mismo fracasado de siempre. Tres ediles socialistas no asistieron al pleno. He ahí la diferencia entre un PSOE elegante y cabal y un partido canalla, que todo lo quiere conquistar a base de algarada.

Son los ciudadanos los que ahora tienen la palabra y los que no deben seguir dejándose engañar por estos iluminados, a los que la Isla, la ciudad y la sociedad tinerfeña les importan un pito. Con el agravante de que algunos ni son de aquí, ni comprenderán nunca a esta tierra, ni tienen capacidad para quererla.