Debido a que esta joya natural de La Gomera fue declarada como parque nacional el 25 de marzo de 1981, Garajonay es el cuarto y actualmente el más joven de los espacios naturales de Canarias distinguidos con esta importante denominación. En el pasado, los montes que hoy se encuentran incluidos en el Parque Nacional de Garajonay, un auténtico fósil viviente que se mantiene imperturbable y es el mayor ejemplo de la vegetación que dominaba en la edad terciaria (cenozoico) el continente europeo, jugaron un importantísimo papel en la economía de subsistencia isleña. Las maderas fueron aprovechadas para levantar casas y fabricar muebles, aperos de labranza, utensilios agrícolas, domésticos e incluso musicales. También se extraía leña y se hacía carbón mientras en el monte pastoreaban permanentemente rebaños de cabras y ovejas atendidos por pastores, una zona donde también se obtenía forraje y rama picada para usarla como alimentación de los animales de corral y para la cama del ganado.

Durante el período condal, entre finales del siglo XV y principios del XIX, la propiedad del monte estaba detentada por los Condes de La Gomera, que establecieron una estricta normativa de uso para la obtención de rentas y evitar la degradación del bosque. Posteriormente, como consecuencia de la Constitución de 1812, por la que se suprimieron las jurisdicciones feudales, la propiedad fue transferida a los municipios, que afortunadamente continuaron una política conservacionista cuyo principal efecto es haber logrado mantener intacto este reducto natural. En 1879 se consolida administrativamente su conservación al ser incluidos los montes de la isla en el Catálogo Nacional de Montes de Utilidad Pública. En los años cuarenta se elimina el ganado del monte y a partir de la década de los cincuenta comienza a reducirse los aprovechamientos forestales por la generalización de los combustibles fósiles.

Sabedores de la importancia y singularidad medioambiental de su isla, en los años setenta del pasado siglo se empiezan a oír voces reclamando la protección de los montes gomeros. El Icona, organismo del Estado responsable por entonces de la conservación de la naturaleza, inicia los trámites para la creación de un espacio que se viera protegido por la máxima normativa en materia de biodiversidad con la que cuenta el Gobierno español, que no es otra que la de la denominación de Parque Nacional, proceso que culmina en 1981 con la creación del Parque Nacional de Garajonay, con el cual se inicia entonces un modelo de gestión donde salvaguardar las riquezas paisajísticas, la flora y la fauna tienen máxima prioridad.

Toda esta trayectoria histórica ha permitido que los bosques gomeros hayan llegado a nuestros días en un estado próximo al natural con presencia de árboles viejos, lo que los distingue llamativamente de los restantes bosques de laurisilva del Archipiélago. Garajonay es uno de los bosques más naturales del Estado.

Declarado en razón de su singularidad y diversidad biológica y por la importancia de su bosque de laurisilva, su estratégica localización influye para que juegue un papel preponderante en la recarga hidrológica de la isla y la protección de los suelos. Su alta biodiversidad le permite contar con un valor de conservación adicional, debido también a la presencia de especies amenazadas, endémicas de la isla y a veces exclusivas del territorio protegido. Aunque la diversidad de la flora y la fauna no es elevada por tratarse de un ecosistema insular, el nivel de endemicidad es muy elevado, con 50 especies de flora endémicas de La Gomera y otras 122 endémicas de Canarias y respecto a la fauna, con 153 especies endémicas de La Gomera y otras 327 endémicas de Canarias descritas hasta el momento

Para determinadas especies, como las palomas de la laurisilva (Columba bollii y Columba junoniae) o la chocha perdiz (Scolopax rusticola), Garajonay mantiene las mejores poblaciones de la isla y, en el segundo caso, de Canarias. Finalmente, también bajo la óptica paisajística de disponer de escenarios naturales y formaciones geomorfológicas singulares, el parque adquiere un peso significativo.

Dentro del conjunto forestal de Garajonay, destacan unos afloramientos de rocas modelados por la erosión: los roques y fortalezas. Son domos volcánicos de escarpadas paredes rocosas, los primeros de base estrecha y puntiagudos, y los segundos en forma de meseta. Se trata del relleno de antiguos conductos volcánicos puestos en resalte por la erosión durante millones de años de los materiales circundantes más erosionables.

En estos lugares encuentran refugio numerosas especies vegetales rupícolas, muchas de ellas endémicas. Entre los roques destacan los de Agando, Ojila, La Zarcita y Carmona, y entre las fortalezas la de Chipude, próxima al Parque, y la de Cherelepin. Podemos observar estos monumentos geológicos muy de cerca desde algunos miradores ubicados en la carretera que atraviesa el Parque Nacional.

La Paloma Rabiche es una de las especies de paloma también denominada la Paloma de Laurel de cola blanca, perteneciente al género de los Columbidae. La Paloma Rabiche, Paloma Laurel o paloma laurel de cola blanca también es llamada Columba junoniae, es una especie de ave en el Columba pertenecientes al género de la familia Columbidae. Es uno de los miembro de la familia Columbidae de las palomas, que es endémica de las Islas Canarias, de España. Esta especie de paloma torcaz es endémica del hábitat del bosque de laurisilva. Es el símbolo animal de la isla de La Gomera.