Entrevista | Emilio Molina Vocal de Apetp y de la Redune

Emilio Molina: «Canarias es un foco caliente de pseudoterapias y sectas»

El vocal de la Asociación para Proteger al Enfermo de las Terapias Pseudocientíficas y de la Red de Prevención del Sectarismo y Abuso de la Debilidad alerta de los peligros de las pseudoterapias y pide más control por parte de las instituciones y los colegios de profesionales

Emilio Molina

Emilio Molina / E. D.

Las pseudoterapias se definen como aquellas prácticas que pretenden curar enfermedades o mejorar la sintomatología a través de remedios que carecen de evidencia científica o que han demostrado ser ineficaces. ¿Cuáles cree que son las más peligrosas?

Lo cierto es que todas tienen una carga de peligrosidad porque desinforman a las personas. De hecho, algo tan inocuo como el agua puede llegar a ser mortal si alguien promete que este recurso es capaz de curar el cáncer. Por tanto, el peligro de base es la desinformación. No obstante, existen propuestas pseudoterapéuticas aún más peligrosas porque tienen el poder de ser proactivamente lesivas. Algunos ejemplos los ponen el MMS o el CDS, que son dos tipos de lejías industriales que se utilizan para blanquear el papel o desinfectar el agua y que se promocionan como un remedio para tratar el cáncer. Hay otras ofertas que están en pleno auge como la ayahuasca, que mucha gente la utiliza para tratar problemas de salud mental, lo que está provocando bastantes conflictos. Por otro lado, la bioneuroemoción, la biodescodificación y la nueva medicina germánica defienden que el cáncer es, simplemente, un conflicto emocional no resuelto. Estas corrientes están siendo responsables de muchas muertes en el mundo, pues los pacientes llegan a rechazar los tratamientos y, en otros casos, recurren a ellos de forma tardía.

¿Cómo se pueden identificar?

Básicamente, el hecho de que algo se oferte como un remedio para curar cualquier problema ya es un motivo para que se disparen las alarmas. Otra señal de alerta es que alguien, con el fin de avalar los buenos resultados que promete, presente un listado de personas que aseguran que se han curado. En estos casos también hay que desconfiar porque es un acto ilegal. Otra de las señales tiene que ver con las situaciones en las que se llega a culpar a los pacientes cuando el remedio no funciona. Hay que tener en cuenta que la ciencia siempre habla de probabilidades de curación, mientras que la pseudociencia garantiza que los remedios son perfectos y que siempre funcionan. También hay que sospechar cuando una persona asegura que el círculo que nos rodea es el causante del mal que padecemos. Esto, además de ser irracional, tiene cortes de pseudoterapia sectaria. Al listado se suma la necesidad de comprobar si el producto en cuestión es ofertado por la cartera de servicios de la sanidad pública. Ahora bien, por desgracia, conocemos casos de sanitarios que promueven este tipo de tácticas. Estamos trabajando para que los colegios de profesionales se tomen más en serio este problema y para que sus colegiados apliquen el código deontológico. 

¿Qué papel juegan los colegios de médicos en esta lucha?

Sin duda, deberían ser el principal caballo de batalla a la hora de luchar contra el intrusismo y de velar por la aplicación del código deontológico. Sin embargo, estamos viendo que hay colegios de médicos, fisioterapeutas, enfermeros y psicólogos, que fomentan cursos de formación en estas prácticas y en los que los colegiados ofertan pseudoterapias sin ningún tipo de tapujos. También, hemos visto que existen secciones dentro de los colegios para difundir estas acciones. Por esta razón, considero que se están dejando a un lado las buenas funciones y que existe una carencia de formación sanitaria al respecto. No obstante, hay que decir que también contamos con colegios muy combativos que rechazan todos estos discursos. 

«El hecho de que algo se oferte como un remedio para curar cualquier problema, ya es un motivo de alerta»

Usted publicó un libro en 2019 que recoge las principales claves de este fenómeno. En él, profundiza en cómo llega a convencer a las personas. ¿Podría explicar cómo cae la población en estos engaños?

La mayoría son personas que están pasando por un momento de vulnerabilidad muy alto tras haber recibido una mala noticia que les afecta a ellas o a alguien de su entorno. Esta circunstancia las lleva a buscar de forma desesperada una tabla de salvación. En esos momentos, muchas dejan a un lado los juicios críticos y tienden a creer el discurso de alguien que, normalmente, procede de una fuente que inspira confianza. Habitualmente, suelen tener la intención de que no les quede nada por probar y, si el tratamiento médico es muy duro, intentan recurrir primero otras opciones. 

Recientemente, los ministerios de Sanidad y Ciencia han realizado nuevos informes para analizar la utilidad de ocho pseudoterapias del bienestar, una acción que se enmarca dentro de la iniciativa #CoNprueba. ¿Considera que las autoridades sanitarias están haciendo todo lo posible para concienciar a la ciudadanía?

El plan #CoNprueba es una iniciativa muy buena que nació hace unos siete años, después de haber mantenido varias reuniones con nosotros. En ellas, explicamos el auge de la problemática y, desde el Ministerio, partieron de un listado que consta de 137 propuestas, que en 2011 se lanzaron como técnicas no convencionales. Lo que se está haciendo es desgranar ese listado, pero hay prácticas más peligrosas como las que he mencionado anteriormente que ni siquiera aparecen. Sin embargo, desde mi punto de vista, las autoridades no están haciendo todo lo que deberían. Por un lado, porque estos artículos no están siendo muy útiles, ya que están en una web que apenas se promociona. Por otro, porque no están persiguiendo a la gente que se está aprovechando de las desgracias ajenas. Además, desde el ámbito judicial, deberían incidir en que las personas que están enfermas son muy vulnerables y en que tienen que recibir una protección.

«La pandemia constituyó un nicho de mercado para los charlatanes, que no dudaron en enviar mensajes»

¿Cree que los productos de homeopatía que se venden en farmacias y parafarmacias contribuyen de alguna forma a fomentar la confianza en estas técnicas?

Totalmente. Hay mucha gente que cree que son remedios herbales o infusiones, pero en realidad son ultradiluciones de un compuesto que el homeópata ha decidido que causa los mismo síntomas que pretende curar. Por tanto, estamos ante productos que solo contienen una ultradilución mojada en excipientes que carecen de principios activos. Es cierto que su comercialización en farmacias y parafarmacias aumenta la confianza de la población en estos remedios, pero en realidad son una estafa. 

¿Considera que la pandemia de coronavirus ayudó de alguna forma a expandir estas prácticas por los movimientos que iniciaron ciertos grupos?

Por supuesto. Durante la pandemia, la sensación de caos, la incertidumbre y la falta de control eran muy elevadas, por lo que muchas personas buscaban de forma desesperada recuperar el control de sus vidas. De ahí surgieron también los negacionismos, que pretendían dar explicaciones mucho más simples a lo que estaba ocurriendo. La situación constituyó un importante nicho de mercado para los charlatanes, que no dudaron en lanzar mensajes que prometían curar el coronavirus con lejía. Lo cierto es que no solo aprovecharon el momento los que ya conocíamos, sino que surgieron otros nuevos. 

¿Y las redes sociales?

Por desgracia, son un vector de contagio y de difusión de todas estas barbaridades. X –antes Twitter– empezó muy bien y descalificaba rápidamente la desinformación sobre el coronavirus, pero más tarde se empezó a hacer la vista gorda. Otras como Youtube están intentando controlar más estos contenidos con el sistema de reporte, pero Telegram, por ejemplo, es el paraíso de los charlatanes. Tanto es así, que los últimos casos que estamos recibiendo corresponden a personas españolas que están completamente enganchadas a grupos de esta plataforma y a las que les asustan los mensajes que envían los reptilianos y los que guardan un vínculo con la conspiración del covid. Ahí la desinformación campa a sus anchas y hay muchos grupos con más de 100.000 seguidores. Algunos, incluso, alcanzan los 400.000.

¿Estos movimientos se producen más en unas comunidades que en otras?

A tenor de los reportes que hemos recibido tanto en las asociaciones como en el Observatorio OMC contra las Pseudociencias, Pseudoterapias, Intrusismo y Sectas Sanitarias, hemos visto que en las grandes capitales y en toda el área mediterránea hay una profusión mucho más alta de la charlatanería. En el caso concreto de Canarias, hay que decir que es un foco caliente de pseudoterapias y sectas. De hecho, hay una gran cantidad de personas buscando retiros y espacios para potenciar estas prácticas. Esto se debe, probablemente, a que se mezclan muchas culturas y a que cada una va dejando sus propuestas pseudocientíficas. Esta es la combinación perfecta para hacer caja.

¿Cuál es el principal factor que lleva a las personas a confiar en estos remedios?

Fundamentalmente, la necesidad de tomar un control sobre la propia vida. Y es que la Medicina no siempre promete resultados brillantes, pero el charlatán asegura que su propuesta es natural, inocua y con un 100% de garantías de éxito. Precisamente, es la desinformación en materia de salud lo que impulsa a la población a aferrarse a estas alternativas. A esto se suma que, normalmente, la oferta viene de fuentes que consideran confiables: algún amigo que la ha probado, alguien que la ha visto en la tele, un médico que la ha recomendado o alguna página web de un instituto. En Canarias, por ejemplo, se ha creado un grupo especial de promoción de pseudoterapias como la célula kalanchoe, la célula aloe vera o la célula verode, algo que resulta muy preocupante. 

A la hora de caer en estos engaños, ¿influye el nivel cultural?

No. De hecho, existe una cierta relación inversa, ya que muchas veces, cuanto más nivel cultural tiene una persona, más se siente a salvo de caer en este tipo de fraudes. Cuando no se tiene tanto nivel cultural, en cambio, se puede llegar a ser más autoconsciente de que existe un riesgo de ser engañado, lo que aumenta el grado de suspicacia. Steve Jobs, cofundador de Apple, pone un claro ejemplo, pues llegaron a convencerle de que el cáncer era una intoxicación del cuerpo y que se podía curar tomando zumos de frutos. El resultado ya lo conocemos. Cuando, ocho meses después, solicitó asistencia médica, hicieron todo lo posible para alargarle la vida, pero ya no pudieron salvarlo. 

Desde la asociación en la que trabaja, ¿qué acciones se emprenden para combatir este conflicto?

Por un lado, nos preocupamos por difundir información veraz sobre estos temas a través de campañas e intentando contactar con la Comisión de Sanidad. También, colaboramos con el Observatorio de la Organización Médica Colegial (OMC) para alertar de los movimientos que estamos recibiendo. Por otro lado, ayudamos a los usuarios que contactan con nosotros y les explicamos cuáles son las vías de denuncia. 

¿Han percibido un aumento del número de personas que solicitan ayuda?

A raíz de la pandemia de Covid-19, registramos una explosión. No solo porque cada vez contactaban más personas, sino porque en las redes sociales no dábamos a basto para desmentir una gran cantidad de movimientos. A esto se agrega otro problema: que somos muy pocos los que dedicamos gran parte de nuestro tiempo libre a luchar contra la desinformación y que los grupos de charlatanes se encuentran organizados para actuar durante las 24 horas del día, los siete días a la semana. De este modo, pueden obtener un generoso sustento. Sin duda, estamos ante una lucha desigual y bastante desagradecida. 

Suscríbete para seguir leyendo